BCCCAP00000000000000000001783

sitios en que hemos consumido algo o realizado algún gasto, Antonio es quien paga y Rafa quien apunta en una libreta y yo ... : « ¿Qué hay?» Le respondo sin ambages que ya desde el primer día, y para evitar destripar a cada momento las mochilas donde va nuestro viático, for– mamos una «sociedad de socorros mutuos»: Antonio es el pagador, Rafa el contable y cada dos o tres días liquidamos a partes iguales. A nuevas preguntas, nuevas respuestas, y José Mari que no llega a convencerse, por ciertos detalles, de la bondad de nuestro sistema; sus razones son de peso. Para que no sea él el único que se quede al margen, accedo a proponer la disolución de la «sociedad». Mañana se lo comuni– caré a los «socios». 7 DE JULIO: CASTROJERIZ - FROMISTA (31 KM.) Unos leves silbidos en la calle, como los de un rondador, nos despier– tan esta madrugada: son Antonio y Rafa, que nos han adelantado. Los señores de Moratinos nos acompañan a los cuatro en el desayuno con que nos obsequian y nos ruegan al despedirnos que nos acordemos de ellos ante la tumba del Apóstol. Les prometemos una oración; ¿qué menos podemos hacer a fuer de agradecidos? Nos han prevenido que, de no conocer bien el Camino, es muy aven– turado pretender recorrerlo en esta zona, ya que se halla labrado en dis– tintos tramos y prácticamente irreconocible; así que no debemos aban– donar la carretera. Sin embargo, Antonio y Rafa, bien asesorados en la posada, según creen, toman el primer sendero nada más salir de la po– blación; nosotros preferimos seguir la carretera de la derecha: ¡Nunca lo hubiéramos hecho! Después de cuatro kilómetros nada menos adver– timos nuestro fenomenal error; volvemos a Castrojeriz, pedimos infor– mación y enfilamos, ahora a ciencia cierta, hacia Castrillo de Matajudíos. «A Santiago: 497 km.» Trigales ... , llanuras ... , rectas interminables sin encontrar un árbol ni un alma; José Mari murmura entre dientes aquello de Azorín: «Esto es un ambiente de monotonía eterna, y su gente, pobre raza paralítica» (21). Unas ruinas a la izquierda; ¿serán de la antigua ermita de San Ni– colás? En la lejanía, unas pequeñas manchas verdes, unas reducidas viñas. Un carretil a la derecha con la indicación de un pueblecillo cercano: Itero del Castillo. Dudamos si entrar o no y optamos por lo segundo, porque debemos alcanzar cuanto antes a nuestros compañeros, que esta– rán nerviosos. 41

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz