BCCCAP00000000000000000001783

navarros nos pone a caer de un burro, añado por mi cuenta (17)-, la Capilla Sixtina del románico en León, el paso honroso de Orbigo, el le– gendario Foncebadón y mil y mil detalles más que impresionarán nues– tras retinas y viviremos en jornadas sucesivas. Nos ha tocado la lotería con el encuentro de estos dos muchachos que desbordan juventud, simpatía y cultura, y me gustaría tenerlos de compañeros por el resto de la peregrinación; por eso, cuando en un apar– te me pregunta Xavier si admitiría en nuestro grupo a José Mari en el supuesto de que él abandone (teme que no le acompañe la salud), le res– pondo sin vacilación que no sólo está admitido desde este momento, con– tando con la aquiescencia de Antonio y Rafa, sino que sentiría además de corazón que él, Xavier, nos dejara. Un coche ... , otro ... , otro: el Rallye del Cid, que pasa veloz. Cerca ya de Santovenia, un indicador nos señala la dirección y la pro– ximidad de San Juan de Ortega; nos agradaría visitar la tumba del santo para mostrarle, igual que hicimos a santo Domingo, nuestro agrade– cimiento de peregrinos, pero. .. un sacrificio más ... Trigales ... , codornices ... , palomas. .. El cielo se ha barrido de nubes y brilla el sol en todo su esplendor. Llevamos ya unos veinte kilómetros, bastante cortos por lo ameno de la conversación, y es hora de tomar nuestra ración de vitamina V y alguna otra cosilla «ne potus noceat», que decían los antiguos; un bar, por llamarlo de alguna manera, que nos espera junto a la carretera, nos viene pintiparado: almorzamos en unas mesas que conservan restos de comida de los que nos han prece– dido esta mañana, o ayer quizá. Un perro de ojos tristes y humildes se nos mete por debajo de los bancos y olisquea por si cae algún pedazo de pan. Aquello es Zalduendo y se encuentra aproximadamente a la mitad de lo que hoy tenemos programado. Hora y pico más tarde llegamos a Ibeas de Juarros y, tras una más que mediana espera, logramos que nos sirvan la comida en la Fonda Mari Carmen; a continuación, y mientras los demás echamos nuestra siesta reglamentaria escondidos debajo de unos chaparros, Antonio y José Mari cotorrean que es un primor a la sombra de un copudo roble. Atravesamos la llanura dorada de mieses. Varios autobuses y jeeps de «grises», que nos imaginamos van de refuerzo a los sanfermines. En seguida, Castañares y ... ¡Burgos a la vista! «A Santiago: 555 km.» ¡Ya falta menos! Otra vez igual... y que no llegamos nunca. La imaginación vuela a los días relativamente recientes del famoso proceso de Burgos, a los más 33

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz