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pedirnos del bar, llamo a Logroño para comunicar nuestra inminente llegada. Una arboleda junto al río, dejado ya Agoncillo, es un sitio ideal para nuestra acostumbrada siesta postmeridiana. En marcha. Cuando lleguemos a Logroño, dentro de pocas horas, ha– bremos hechos nuestros ciento setenta kilómetros bien cumplidos, que no está mal para cuatro días; por esta razón, y aprovechando que tene– mos el hospedaje pagado, Antonio propone que nos tomemos un día de descanso en la capital de la Rioja y Rafa me susurra al oído que acepta la propuesta con algunas reservas, reservas que yo también comparto plenamente. A mis compañeros les agrada fijarse en las matrículas de los coches que van y vienen y por algo sabe Rafa, con bastante aproximación, por qué millar ronda la matriculación de la mayoría de las provincias espa– ñolas; pero es Antonio quien observa que, no obstante hallarnos bien me– tidos en la de Logroño, se da un gran predominio de vehículos censados en Zaragoza entre los que se cruzan en nuestro camino; en lugar de dis– cutir la afirmación, lo más positivo es comprobarlo y así avanzamos un largo trecho contando los vehículos de matrícula Z por una parte y los de las restantes matrículas por otra; es un pasatiempo como otro cual– quiera y nos distrae en uno de esos ratos de monótono caminar. El río Leza, de aguas cristalinas y abundantes bañistas en la alame– da que crece en su ribera. Adelante. En una fuente escondida entre la carretera y la vía del ferrocarril, cuatro kilómetros y medio antes de la capital y que logramos descubrir gracias a las indicaciones precisas de unos obreros de la construcción, tomamos vitamina C y un breve respiro. Son las ocho y media de la tarde cuando entramos a la ciudad; la parroquia de Valvanera, que es adonde nos dirigimos, se encuentra en el extremo opuesto: este último tramo se nos hace interminable. De nuevo nos acogemos a la probada hospitalidad de los capuchinos: saludos, un buen baño, cena cariñosamente servida y ... a la cama, después de acordar por unanimidad no movernos de Logroño hasta mañana des- •pués del mediodía. 1 DE JULIO: DESCANSO EN LOGRO~O Antonio ha amanecido con el tobillo hinchado y la primera medida que va a adoptar es visitarse con un médico; quiere comprarse, además, otro calzado más a propósito para caminar, en lugar de los zapatos que trae 23

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