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Tras una jornada -la primera- agotadora, rendidos de calor y de cansancio, encontramos alojamiento, nos lavamos los pies con agua y saltratos, cenamos y... mañana será otro día. 28 DE JUNIO: MALLEN-TUDELA (24 KM.) La jornada de hoy la presumimos corta y fácil; por eso, aunque nos levantamos tarde, a las ocho, calculamos estar guapamente en Tudela para la hora de la comida. Nos despedimos de la dueña de la pensión y con nuestras mochilas a la espalda nos dirigimos a una panadería con la sana intención de com– prar dos barras de pan (el «acompañamiento» va en el macuto de Anto– nio) y así poder tomar un tentempié en el momento oportuno. Al pasar por la plaza, el espectáculo que se nos ofrece a la vista es de lo más pin– toresco: vendedores y vendedoras, más de éstas que de aquéllos, senta– dos en el santo suelo y rodeados de montones de frutas y hortalizas, entre las cuales se esconden balanzas de todos los tipos, desde las más moder– nas hasta otras del tiempo de los moros, pregonan a gritos su mercan– cía, comentan el último chisme, cuchichean a nuestro paso ... y se inter– cambian guiños significativos, cosa que no nos inmuta y nos resbala. Como no sabemos de ningún monumento artístico digno de particular atención, renunciamos a la visita turística de esta populosa villa y nos encaminamos hacia la carretera general que abandonamos ayer. Es una verdadera delicia este paseo mañanero por el carretil sombreado. Al acercarnos a la N-232 comprobamos con tristeza el estrago pro– ducido por la pedregada que asoló este término días atrás y de la que tenemos noticia por la prensa: panizales y plantaciones de pimientos, tomates ... , totalmente arrasados. ¡Qué pena! «A Tudela: 23 km.» reza el primer cartel con que topamos. Más allá, un monolito nos anuncia que estamos entrando en el antiguo y glo– rioso Reyno de Navarra. Dicen algunos que no pasa ya de ser un tópico eso de ponderar las carreteras navarras, pero nosotros observamos y comentamos que, digan lo que digan, se nota claramente una mejor con– servación y señalización de esta vía desde el límite mismo de la provincia. En el parador de Cortes (un recuerdo para mi viejo conocido Maxi), un chófer nos pregunta, con la evidente intención de llevarnos, si vamos a Pamplona. Declinamos, agradecidos, el ofrecimiento. 16
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