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ante el temor de una posible profanación del sepulcro por parte de las tropas inglesas, .habían sido trasladados secretamente, pero dentro de la catedral, los sagrados restos. Aquí si que se encontró una urna con hue– sos humanos; después de un severísimo examen, se llegó a las siguientes conclusiones: esta urna había sido construida con mucha precipitación y en ella se habían empleado materiales procedentes de la cripta prime– ramente descubierta; los restos humanos ahora encontrados habían es– tado anteriormente en dicha cripta, según se deducía del polvo que tenían adherido; pertenecían a tres personas distintas; los tres eran va– rones y de edad adulta; su antigüedad podría ser muy bien del siglo I de nuestra era. Todavía se hicieron más pruebas e investigaciones, hasta que se llegó a la certeza moral de que estos huesos pertenecieron al apóstol Santiago y a sus dos discípulos. León XIII lo confirmó con su bula Deus Omnipotens del día 1 de no– viembre de 1884. (40) También estos dos muchachos se incorporaron a nuestro grupo hasta el final. Pero tendrán que perdonarme si no los cito nominalmente; perdí la nota con sus nombres y direcciones. (41) Al ir a tomar unas notas, encuentro en la libreta de apuntes estos versos que me entregó un amigo en clase de filosofía y que riman perfectamente con lo que acaba de relatarnos la buena mujer, aunque están referidos a otro pueblo: «Verdes montañas le cubren, coronas de felechos le rodean, dos ríos le bañan y yé continuo l'orbayu. Lentamente su vida pierde, antes dos mil, agora unos ochocientos: los fillos se van, les mozes soles resten, esperando que'l mozo a la mina vuelva; pobre rapaza, sola en la ventana e8tá. Les veixes ouéntanmele, l'abuelo plora entristecido) mira los prados J
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