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u Finalmente, llegaban chalanas y goletas q1.1e se llevaban el arroz ; con la esperanza en todos de continuar al año siguiente con las mismas ~ buenas relaciones. Si la cosecha se perdía por tara, mal tiempo, incendio, ~ muerte del jefe indígena, enfermedad, etc., o los "piratas" hacían su n d agosto, los empresarios -"caciques, encomenderos", Misión- pechaban e ~ con la deuda. El indio no aceptaba riesgos y difícilmente reconocía r deudas del año anterior. En este caso, se buscaba otro criollo si le era é r posible. Normalmente las relaciones se desarrollaban pacíficamente, e z sobre todo las de los viejos "aidamo" con los "encomenderos" que convivían en el mismo caño. Pero también la picaresca se hacía presente cuando los "piratas" llegaban subrepticiamente cargados con cajas de ron, o, simplemente, les compraban a los indígenas sus cosechas a medio precio, sabiendo que eran el pago de un crédito que se debía. De esta forma inmoral se lucraban igualmente criollos e indios corruptos. Eso daba origen a trifulcas, reclamaciones y venganzas. Sobre todo se promovía un ambiente de desconfianza y doblez, caldo de cultivo para unas relaciones laborales que se recargaban con sobreprecios, mentiras, ocultamientos y zalamerías de ambas partes. Con ello se pretendía resarcirse de posibles pérdidas porque en aquellas, entonces, remotas zonas no había una autoridad eficiente ante la que demandar justicia. En este conglomerado de relaciones laborales, interculturales y difíciles, se presenta la presumible acción "civilitatoria" de los "gobiernos democráticos" -ahora llamados despectivamente "puntofijistas"- con los gobiernos "tripartitos" de los primeros años sesenta. Se crearon los "Centros Indigenistas" y otras estructuras gerenciales con su pléyade de funcionarios y obreros, con su arrogancia arrolladora, prepotente y al cabo ineficaz, con su manifiesta ignorancia del medio y de las culturas que convivían en el delta bajo, llenas de dinamismo mutuamente com– plementario. Destruían el frágil equilibrio de las fuerzas productivas, arrojando a los indígenas al abismo del voto generador de riqueza fácil y estéril y al del ambiente inmoral, por corrosivo de las relaciones com– pactantes de la familia y de la sociedad. "Se acabaron los "caciques", se acabó la encomienda, se acabó la Misión", no se cansaban de repetimos en congresos, foros, mítines y hasta en visitas a domicilio, amenazadoras, provocativas, siempre

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