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H escaparon al devastador ardor de la politiquería arribista, en nombre de ~ o la recuperación del hábitat guaraúno, empleado como pantalla de r intereses crematísticos bastardos. Y El proceso de los trabajos del arroz en el delta bajo funcionaba a ~ mi llegada de la siguiente manera: un criollo con estancia antigua entre 7 guaraos (los llamados "encomenderos" y "caciques") o sin ella, ofrecía ~ ayuda, organización y mercadeo a los jefes de familia extensa que tuvieran 1 suficiente número de "nebu", trabajadores, para desarrollar con éxito las ~ tareas de tala, siembra y recolección del arroz. ª ñ También se daba el caso de que los mismos "aidamo" o jefes de 0 rancherías solicitaban a instituciones, como la Misión de Tucupita, o a simples comerciantes itinerantes, buhoneros y barqueros, ese tipo de financiación, acarreo y venta. Hecho el convenio o concierto oral, el "ajuste", calculando cuidado– samente los "almudes" y los riesgos previsibles por la experiencia, el criollo se buscaba un crédito en el Comercio de San Félix, Barrancas o Tucupita, comercio que al final del proceso recibiría el arroz. El crédito se entregaba al indígena parte en efectivo, parte en insumos como sombrero, camisa, pantalón, botas de agua, machetes, hachas, limas, cuchillos, semillas, venenos para las plagas, pólvora, cartuchos, linternas, artes de pesca, tabaco, harinas, azúcar, galletas, etc. 't El crédito se dividía en dos partes. La primera se entregaba al inicio de los trabajos de tala, quema y siembra. Y aún esta parte se podía subdividir. La segunda, en el momento de la recolección. El arroz recogido se depositaba en cambullones que también eran parte del trabajo y del crédito. Estaban construidos cerca de la vivienda de los productores. Los criollos, empresarios agrícolas o por mejor decir, intermediarios entre el indio y el comercio capitalino, llegaban, pesaban el producto, ya ensacado con los sacos que habían proveído, y sacaban sus cuentas. El superávit se entregaba al indio en plata o se le procuraba la mercancía que él solicitara. Los jefes querían sobre todo motores fuera de borda, repuestos, ron y tabaco. Las mujeres, máquinas de coser, "cortes" de tela, ropa interior, perfumes, peinetas, abalorios y zarcillos. Los "nebu", báculas, zapatos, cinturones. Todos faroles, radios, pilas, tocadiscos, platos, pailas y otros utensilios caseros.
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