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u Tucupita se ha ido sofocando, reducida a la mendicidad nacional e ; internacional en un país en que se derrocha tanto dinero en personas y ~ proyectos improductivos, ruinosos y corruptos. Hoy, la Misión en el ; delta bajo, pende en el día a día de la oportunidad política, cicatera y n d retaliativa, de los entes gubernamentales locales, más interesados en e ~ provecho propio, por el voto cautivo del indio que en la promoción P intelectual, moral, económica, sanitaria, política y religiosa del guarao. é r e Pienso que la Misión no se ha suprimido protocolaria y oficialmente porque sería un.acto impopular y por tanto impolítico, pero calladamente se la ahoga para que muera de muerte natural por inanición. En realidad, como ente jurídico civil, ha muerto. Sólo se le permitiría vivir esclavizada a los proyectos electoralistas de los partidos en el poder, que hoy son y mañana no. Lo mismo que les sucedió a los "caciques" y "encomenderos". Pero ellos hoy perviven montados en los pingües destinos que proporciona la política oportunista. Sin política de Estado, la Misión no tiene oportunidad de pervivencia. La Misión no es una instancia oportunista, sometida a los vaivenes de la politiquería, sino una instancia moral de incom1ptibilidad. Los politiqueros siempre entendieron y trataron a los "caciques" y "encomenderos" y a la Misión como obstáculos a sus campañas de captación de votos, obstáculos a suprimir. En realidad de verdad, aquel pretendido interés del Estado, de los Gobiernos y de los Partidos llamados democráticos, por el indio, sólo funcionó fenomenológicamente como acaparador de los fondos públicos, destinados entonces millonariamente "y que" para el desarrollo de los indígenas, porque a lo que se destinaron de hecho fue al reparto nepótico de prebendas entre personas incompetentes de la oligarquía segundona, a la ya señalada captación de votos y a la multiplicación y mantenimiento de sus agentes políticos, falsos funcionarios camuflados de promotores, maestros, indigenistas, panelistas, personal obrero, ideólogos comprados y compradores ... que resultaron ser una plaga peor que la langosta (tara), porque ellos sí consiguieron acabar con el trabajo honesto, productor y remunerado de las siembras de arroz. Nada voy a referirme a las actividades pesqueras, agropecuarias, madereras ni a las políticas efectivas sobre los recursos renovables, pues están fuera del tema tocado por Celestino Tocory, pero que tampoco
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