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ciencia personal y colectiva, su nueva objetivación; si así lo hace sin duda alguna «la civilización técnica» supondrá para él nuevas posibilidades inéditas de liberación de su servidumbre (17). En la última línea de despersonalización y alienación e inautenticidad personal, se encuentra el traba¡o del hombre. El hombre se encuentra alienado en él porque hay un desfase, un desajuste entre el trabajo y la obra realizada. El hombre no tiene ningún poder sobre su trabajo. Y no sólo es ya a nivel manual (como sucedía en los pri– meros tiempos de la industrialización) , sino que se extiende al intelectual, artístico... Dividido así el hombre, le crea un grave problema existencial, psicológico y afectivo, con una gran reper– cusión en todo su ser. «La persona humana, escribe Freijo, cuenta realmente, mu– chas veces muy poco, lo que lleva consigo una fuerte frustración del hombre en su trabajo que afecta a su más honda intimidad, al meollo de la dignidad humana que acaba sintiéndose así extra– ña a sí misma» (18). En la mayor parte de las veces, el trabajo no es elegido, sino impuesto o elegido necesariamente para vivir. El trabajo actual no realiza a la persona humana, sino que la esclaviza, y la mayor parte de los obreros ven al trabajo, como el peor invento que es necesario simplemente para ganar dinero (19). H. Marcuse ha escrito con admirable acierto: en la gran sociedad «se introduce la cualidad nueva por la progresiva trans- (17) Cfr. Ibídem, p. 130. (18) Ibídem. p. 132. (19) FREIJO, E., «Aspectos psico-sociológicos de la juventud de hoy>,, en Pastoral Misionera, 6 (1970), ps. 141-161. - 72 -
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