BCCCAP00000000000000000001781

al poder constituido, difícilmente llegará a hacerse con una cátedra. Políticamente lo está claro en los países totalitarios; pero hay otra forma de totalitarismo más encubierto, como son las democracias occidentales. Hay una tesis que se sostiene en historia. y lo mismo en política, cómo hoy el absolutismo y totalitarismo existe y está tan agudo como en las épocas más inflexibles, en esas democracias que señalamos. Pues en esas épo– cas que apuntamos para antaño, eran totalitarismos de una sola persona; en esas naciones llamadas hoy demócratas, existe el totalitarismo de partido. Este problema lo ha analizado bien H. Marcuse con el nombre de tolerancia represiva. La sociedad entonces, se mani– fiesta aparentemente como tolerante, liberal, democrática; pero tras la corteza de su tolerancia y liberalismo, se oculta la realidad más honda de la represión y de la coerción, de la violencia esta– blecida y oculta. La sociedad se muestra tolerante con todo aquello que no le cuestione verdaderos intereses que la funda– mentan, pero reacciona «totalitariamente» con toda la fuerza de su aparato de coerción si se trata de cuestinarla a fondo. En última instancia las ideas de «no violencia activa» de Gandhi y Marthin Luther King lo mismo que los pasados movimientos estudiantiles, han intentado desenmascarar, y muchas veces lo han conseguido, el carácter violento, represivo y totalitario del sistema aparentemente tolerante de sus respectivas «democra– cias» (15). Pero, en cierto sentido, lo más tremendo, por no decir lo más dramático, por ser lo más vengativo en la naturaleza misma. (15) Cfr. Ibídem. ps. 135-136. - 70-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz