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Las relaciones afectivas y de interés del hombre urbano rompen también con la geografía. Tienen una dimensión mucho más personal. Su vecino no es el que vive en el apartamento de arriba o de abajo, a la derecha o a la izquierda, del chalet de al lado o de enfrente. Su vecino es su amigo elegido, aquél con quien entra en comunión de ideas o de intereses de cualquier tipo» (6). Todo esto y mucho más es la gran ciudad, la ciudad secular. En épocas pasadas, el territorio era el factor dominante de las relaciones interpersonales; y además había pocas posibilidades de optar por otro tipo de relaciones. Aún ocurre todavía hoy en las zonas rurales, pero, como es claro, la situación ha cambiado notablemente en las zonas urbanas... Sí que aún el barrio, el edificio, el centro laboral, continúan siendo factores determi– nantes de relaciones interpersonales, pero lo más frecuente es que cada persona elija su_s espacios de convivencia propios, no determinados por factores territoriales. Sus amigos, sus reuniones, sus lugares de recreo, sus tertu– lias, los buscará la mayor parte de las veces, fuera de sus vecinos, de su barrio, de la zona donde tan sólo coma y duerma, donde más le agrade, en cualquier punto de la ciudad que se abre ante él. Los rápidos medios de locomoción le han facilitado todo esto; no tendrá problemas de transporte, pero su vida estará diseminada y polarizada, en otros tantos «caprichos», que son necesidades, sobre los que se haya proyectado. Lo mismo le sucederá en el trabajo; y así tendremos a ese urbanita viviendo su vida «a trozos» (que para él es la única forma de vivirla entera). sobre el plano de la gran ciudad, traba- (6) Ibídem, ps. 124-125. - 55 -
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