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aparecerá centrada en la única sociedad que Dios ha querido y que los hombres hacemos, y para la que Ella es fermento, leva– dura y Sacramento Universal de Salvación. No será una Iglesía de poder, sino que su máxima fuerza estará en ser servidora de los demás. Ni será una Iglesia que venga de arriba a bajo, sino surja de abajo arriba , desde la vida, encarnada en esas Comunidades reducidas que la hagan llegar hasta el fondo, hasta lo más profundo. Será en fin, una con el mundo , con la sociedad, con el vivir, sin nada que la diferencie, siendo su máximo privilegio el no disfrutar de privilegio alguno que la separe de los demás. Esta es. la Iglesia que nos ofrecen las Comunidades Cristia– nas de Base. Una Iglesia nueva, ágil, profunda, encarnada, mun– dana; no de ángeles, sino de hombres; no del cielo, sino de la tierra; de este mundo, de aquí, de lo más abajo de aquí: naciendo sin cesar desde el lugar a donde descendió su fundador cuando se hizo hombre, y desde donde ella emana. A una Iglesia así, merece la pena el llamarle IGLESIA. -139-

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