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Pero aún tienen otro hallazgo más; esas Comunidades Cris– tianas de Base bajan y hacen surgir a la Iglesia desde la vida. Creada esa Iglesia para el mundo, en el único lugar donde puede estar y crecer la Iglesia es en ese mundo, en la vida. Hasta ahora hemos estado demasiado acostumbrados a disfrutar de una Igle– sia fácil, privilegiada y no comprometida, yo diría en off-side, y que ha podido permitirse el lujo de contemplar el mundo para el que estaba hecha, como desde el confort de un «cuarto de estar» bien instalado. Las Comunidades Cristianas de Base, sacan a la Iglesia de esa vida muelle, la llevan al mundo, la clavan en la vida y la comprometen. O si se quiere más bien, ha sido la misma Iglesia la que incómoda en esa comodidad ha saltado de sí misma, y montándose en esas Comunidades Cristianas de Base, en las que ahora se encarna, se ha instalado en la vida, porque en ella, y sólo desde ella, puede ser lo que Dios quiso que fuera para el mundo: Sacramento universal de Salvación. Una Iglesia sin mundo, o fuera de él, no tiene sentido; y ni aunque quiera, puede existir como tal. La Iglesia es ante todo para el mundo, y sólo puede subsistir en él. Fuera del mundo, muere. Si no tiene mundo, no tiene razón de ser. Y el mundo donde se sostiene, es el mundo socio-político, es decir, el mundo que hace el hombre, o si se quiere, el mundo del hombre. Por eso una Iglesia encarnada, es una Iglesia cimentada sobre el hombre, y que los comprometa a la vez; una Iglesia viva en el obrar humano, y .que a la vez hace vibrar a éste. Una Iglesia encarnada, es una Iglesia clavada en el obrar humano: en todo su obrar, político, económico, cultural, religioso, social... lo repetimos; en tanto en cuanto se abra la gama de su obra; una Iglesia encar– nada será siempre una Iglesia política, puesto que sólo ese obrar humano hace la historia y el mundo. Por eso la Iglesia baja hasta -137-

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