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CONCLUSION Con facilidad suele ser enjuiciada esta aparición de las, Comunidades Cristianas de Base, como una «moda» más dentro de las formas de apostolado que suelen aparecer en la Iglesia según va pasando el tiempo. «Antes fueron los Cursillos de Cristianidad; ahora han lle– gado las ComunidadesCristianas de Base... Como aquello, tam– bién esto pasará», se comenta. Es posible; no somos profetas, y menos, de lo que hasta ahora se ha visto tener, incluso a nivel eclesial de forma de apostolar, un comienzo; un desarrollo y un final. Pero creemos que el fenómeno éste de las Comunidades Cristianas de Base es algo mucho más profundo. Y más; since– ramente creemos que se trata, si no del fenómeno concreto en sí, tal como hoy aún lo poseemos, sí al menos en su esencia. nada menos que el resurgir de una Nueva Eclesiología. Llevada hasta · sus últimos extremos nos parece que estas Comunidades Cris– tianas de Base auguran una forma o figura de Iglesia, como tal· vez no la hemos tenido desde los tres primeros siglos del cris– tianismo, y más en concreto, quizá desde el siglo primero. Es la caída de una Iglesia «tradicional», caduca y vieja, que muere dando a luz a otra mucho más dinámica, joven y autén– tica, según los moldes más originales. En · estas Comunidades Cristianas de Base, la Iglesia se encuentra a sí misma. Esencialmente Eklesia, Comunidad, o Asam– blea, la Iglesia vuelve a tomar su puesto original, deshaciéndose -135-

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