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nidad Cristiana, pues son una misma cosa; y lo estará a través de sus fieles, pues ne> hay unas personas distintas para la Comu– nidad Cristiana, y otras para la comunidad humana, porque son la misma. Fieles que participan con y como todos sus contempo– ráneos en todos los acontecimientos políticos, sociológicos, eco– nómicos y culturales de cada generación histórica y de toda la resistencia de la carne para reconocer el Espíritu de Cristo, que está ahí presente, pero que debe hacerse patente y colorear, o formar, esas estructuras. Ahí están las Comunidades Cristianas de Base; ése es su puesto; ahí se radican; y desde ahí nos deben dar una Iglesia nueva, más encarnada, más concreta, más comprometida; y con Ella, un mundo mejor, que es lo mismo, que un día en los planes de Dios fue como ahora se pretende que sea, y que el hombre con su pecado la torció pero al que con la imagen de Cristo– Evangelio, tiene que recrearlo hasta hacerlo como Dios, el Padre, en un principio la quiso. -132-