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Se aspira a un nuevo tipo de presencia de los cristianos en la Iglesia y en la sociedad. Del gesto individual se pasa al gesto colectivo, haciendo proliferar declaraciones en momentos de emergencia, sin rehuir actuar esas Comunidades Cristianas de Base como grupos de presión. Estas hacen surgir un nuevo tipo de cristianismo en el mun– do, cuyos rasgos fundamentales, en esa nueva concepción y dimensión eclesial, nos lo describe de maravilla M. Gamo: «fe consciente y progresivamente adulta, desinfantilización y conoci– miento mayor de la Biblia, desreligiosización y cristianización a la vez de su fe, sentido permanente de conversión; con una actitud de responsabilidad creciente ante el hoy y el mañana de la Iglesia; con un aterrizaje cada vez más realista en los problemas humanos (compromiso temporal, crítica de lo que hay y con– ciencia creadora)» (35). Comenta también Pin: <<Una nueva religiosidad se ve apa– recer (...), una religiosidad minoritaria, pero también más activa, más comprometedora, más personal» {36). Pues cada vez se tiene más conciencia de que el estado actual de cosas a escala de catolicismo masivo no se ajusta a la mayoría de las agrupa– ciones de fieles a las exigencias de una eclesiología del pueblo de Dios y de su presencia eficaz en medio de los hombres. En consecuencia la Comunidad Cristiana de Base se proyecta hacia un dinamismo eclesial en el que predomina el afán de la misión cristiana sobre la preocupación de la administración eclesiástica, y demás estructuras eclesiales fosilizadas y sofocantes. La Comunidad Cristiana, por estar en el mundo, como hemos dicho, y encarnarse en él, éste está también en la Comu- (35) M. GAMO., «Parroquia y proletariado urbano» en Misión Obrera, Madrid. (1967). p. 22. (36) CARRIER, PIN, o. c., p. 144. -131-
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