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Por eso la Iglesia, no es algo juxtapuesto al mundo, a la historia; algo que le .venga de fuera, •y le caiga como venido de otro mundo... no; la Iglesia está encarnada, metida en ese mundo, como Sacramento Universal de Salvación que es; y lo coge, (sin cogerlo, porque está ahí incrustada en el corazón de las cosas, o, realizándose desde y en el corazón, en las esencias de las cosas), y salva desde abajo, lo fermenta, siendo ella levadura en medio de la masa, en su más íntima profundidad esencial. El cristiano no es algo yuxtapuesto al mundo, o un individuo que se desdoble en dos sociedades: una civil y otra eclesial, sino que pertenece a una única comunidad,. la de los hombres que fermenta, camina y marcha según Cristo y su Evangelio; no es distinta. Si por el prurito de hacer emerger todo lo eclesial sobre lo civil (creemos que muy equivocadamente porque lo eclesial en sí no es algo distinto de lo civil) sobre todo a partir de ·la Edad Media, como tantas otras cosas nacidas allá, no se hubiese inventado esa de «Sociedad Perfecta» para la Iglesia, en contrnposición de la otra sodedad civil, tendríamos ahora mucho más claras las ideas sobre esto, y no sería necesario insistir tanto que la Iglesia no es una sociedad sobre otra ya establecida, no es una sociedad en si tampoco, sino que la Iglesia que es Cristo hecho historia, está en esa historia que hace el hombre; es decir, en esos hechos del periódico, que son y nos relatan las acciones de los hombres, y que por veinte pesetas los compramos en cualquier kiosko. Eso es Cristo hecho historia y ahí está la Iglesia: incrustada en esa sociedad civil, metida en ella transformándola con inyecciones de Evangelio, con obrar de Dios o según Dios, en las acciones de los hombres. Dice Useros: «El cristiano permanece íntegramente ciuda– dano de la sociedad y la comunidad a la que pertenece como cre– yente es, por encima de todo, una comunidad de hombres soli- - 127 -

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