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a la Iglesia Universal; se precisa además que sea aceptado por una comunidad muy próxima, íntima, donde_se le conoce, se le aprecia por lo que es, se le apoya y acoge,. se le llama por su nombre (...). Las estructuras eclesiásticas de las grandes ciudades, ¿pueden verdaderamente cumplir esta función de acogida y mani– festar al fiel que él es conocido personalmente, es aceptado como tal individuo concreto, que es parte integrante de una comu– nidad?» (22). La respuesta a estas alturas ya, se nos cae de l_a pluma. A continuación Carrier estudia el fenómeno de la adhesión de los católicos a las sectas cristianas, y dice que los estudios realizados hasta el presente señalan precisamente como una de las motivaciones más poderosas de estas conversiones, es la búsqueda por parte de los fieles de una comunidad de acogida íntima y comprensiva. Esta misma alarma veremos que lanzan los Obispos suizos al enjuiciar la conversión de católicos a sectas protestantes. a) Debe haber pluriformidad de comunidades. Creemos que es absolutamente necesario. Salvadas las dis– tancias, pensamos que así como en la sociedad civil se dan distintas comunidades, incluso dentro de una misma faceta, como es el juego: unos se apuntan a un club de pelota, otros a otro de equitación, otros a otro de fútbol... , creemos que dentro de esa Comunidad Cristiana, debe haber pequeñas Comunidades, muchas, que satisfagan los intereses espirituales, incluso las condiciones psicológicas de cada uno, según su faceta espiritual; así, unas serán dogmáticas; otras, de oración; otras, de caridad; otras, de compromiso político, social..., según el carisma de cada (22) CARRIER, PIN, o. c., p. 320. -113-

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