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detalles y los matices no hizo perder nada a la concepción del conjunto. Los oyentes han podido apreciar en su justo valor, en cada una de las obras, la esquisita orquestación de las voces y la finura del trabajo polifónico que es posible conseguir de un conjunto bien dirigido». Y J. Tybert en una crónica dura para con el público, que tituló «Una lección perdida?» comentó: «Comien– zo a creer que somos el público más snob y menos competente de los auditorios musicales de Europa. He podido constatar la pre– sencia de cuatro directores de coros. Por tanto Dios sabe que los demás -todos los demás- habrían podido sacar una espléndida lección de este concierto, y esta lección no habría sido inútil! Don Juan Eraso, solista muy estimable, se ha revelado como gran director con todo lo que esto representa de inteligencia, sensibilidad, autoridad y dinamismo. Las interpretaciones de cier– tas obras del programa (Matonna mía cara, Eccho de R. de Las– sus, Nicolette, Trois beaux oiseaux du Paradis, La Ronde de Ravel) son tal vez lo mejor que yo he oído en mi vida. Absoluta– mente extraordinario. Sobre todo cuando se piensa que estos 25 componentes son amateurs. Admiro a Eraso por haber sabido prepararlos, y le envidio por haber tenido entre sus dedos una materia prima tan rica. Este joven director está sin duda en la línea de la nueva escuela coral vasca, con un sentido menos tea– tral sin embargo, y más sutil, y sobre todo, con más inteligencia del matiz . Y sus cantores tienen voces notables, frescas, jóvenes, naturales y maravillosamente flexibles. A decir verdad, un único instrumento; y esto es difícil y muy raro». Otro anónimo cronista de Burdeos añadía «se habla siempre de las voces alemanas e italianas. ¿Pero quién podrá decir la belleza de estas voces españolas? Hemos encontrado en el Foyer du Gran-Theatre, estos admirables timbres, carnosos y carnales, dorados con listas sombreadas, estallidos repentinos, saltos feli – nos, movimientos increíbles de las cuerdas vocales siempre de un ajuste perfecto de entonación y expresión. Embrujada atmósfera que la Agrupación Coral de Elizondo hizo revivir la tarde del sábado, bajo la dirección de Juan Eraso». Hemos reseñado ya el triunfo de Roma; el comentario hecho por el crítico de L'Observatore Romano (30-X-53) nos dispensa de los nuestros: «Si todos los coros han sido recibidos con caluro– sas ovaciones, un suceso totalmente excepcional ha acontecido con el conjunto coral de Elizondo, el cual ha asombrado realmen– te a los oyentes por la fusión ideal de las voces, bellísimas y 39
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