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de la Coral; algunas cualidades se explicitan repetidamente, otras se destacan en tal o cual periódico; el conjunto nos proporcionará su retrato. El marco dentro del cual va a trazarse toda Ja vida musical del coro, queda definido muy pronto. Tristán de Easo, antes de ha– berle oído en San Sebastián, escribió en Diario Vasco «Con la mejor de las bienvenidas saludamos y celebramos el ingreso en la vida activa del arte cantado de la Coral de Elizondo ... Sabemos algo de los afanes de Juan Eraso, de su sensibilidad artística, de su espíritu crítico, y de ese carácter insaciable en materia definitiva como es la perfección musical. Juan Eraso jamás se ha sentido satisfecho de su propia obra. Y este es un buen síntoma. Confía en el juicio ajeno y no pretende lograr una definición protocola– ria, obligada y necesitada. Es el idealista de los coros, que viene con pujanza de puritano a revolucionar poco más o menos el ambiente coral... para quien todo es liturgia en el pentagrama coral selecto». La afición musical de Pamplona seguía con interés las apariciones del conjunto baztánes. «Esta Coral es hoy día, una realidad artística, que palpita y siente musicalmente al unísono del corazón de su director, intérprete de innata elegancia espiri– tual. Sin un leve roce, sus versiones matizadas con la máxima pulcritud, las mueve el Director con sorprendente flexibilidad, dándoles emoción en cada obra, en cada frase» (Huarte, en Arri– ba, 7-II-50). «Y de la Coral de Elizondo merece la pena hablar, porque es tal la evolución que ha sufrido, que hay que escribir de ella como si fuera la primera vez que la escuchábamos» (Filare, P.N., 7-II-50). «La vimos ayer más perfeccionada en el concierto matinal que tuvo lugar en el teatro Gayarre, más adentrada y compenetrada con la admirable manera de cantar de su director» (Hoja del Lunes, 6-II-50). Entre los innumerables reportajes publicados con ocasión del gran triunfo de Llangollen, paréceme significativo el firmado por M. Echeveste: «siempre he visto en la coral de Elizondo a un grupo de cantores dispuestos a la disciplina necesaria para mante– ner un buen conjunto... Posee la inteligencia de comprender, el don de obedecer y el adorno de interpretar como se le exija. Esta disciplina será el elogio más grande que se puede hacer de un coro, porque lo demás es el director y no otra cosa ... tiene plena conciencia de lo que suponen el equilibrio y los planos sonoros. Siempre le ha caracterizado el afán de salir de lo corriente ... » (D. de N., 10-VIII-1952). Estas intencionadas frases encierran parte 34
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