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Aznar, 1902-1972), que se expande hasta un espléndido forte; gran amplitud de sonido». Se volvió a repetir la aventura en 1979, serenos los ánimos después de las últimas conmociones; la economía, saneada mer– ced a Diputación y Ayuntamiento, permitía afrontar la aventura sin temor. Saliendo la noche del 1 de julio , vía Cherburg– Southampton, se llegó a Llangollen el día 3. La afabilidad del primer saludo elevó los ánimos: la expectación suscitada se hizo patente en el acoso de que fue objeto por la radio y la prensa. Instalados en Ruaban, las actividades prosiguieron sin solución de continuidad: concierto, concurso, grabación en directo para BBC, competición final y concierto. Comentarios del Jurado lau– datorios. Puntuación final: 260 puntos, a 8 del primer clasificado, el Majakovsky de Bulgaria. Algún extraño detalle: en la primera obra, la misma puntuación a la Agrupación y al vencedor (88), siendo así que alabaron el «tempo» exacto de los elizondarras mientras que los búlgaros lo atropellaron (obra de 4 minutos de duración la redujeron a 3). El comentario de Aristirov, Director del coro búlgaro, repetido antes y después de conocerse la clasifi– cación, pudo aliviar un poco la decepción: este premio debe ser para la Agrupación Coral de E. Obras impuestas: «Laudate Pue– ri» (salmo de las Vísperas de Confesor de W.A. Mozart (1756- 1791) y «Lady, when I behold John Wilbey (1574-1638); obra libre, Rosa de te (P.I. Prieto). Veredicto del Jurado «a) Hemos recibido con gran satisfacción, en este momento del certamen, el «tempo» un poco más moderado que ha manteni– do en Mozart, en relación a los coros anteriores. El movimiento ha .dado a la música una maravillosa sensación de majestuosidad. Sin embargo creemos que conviene moderar el entusiasmo de algunos cantores, especialmente tenores. Pero la interpretación hecha ha tenido una calidad arquitectural, y su convicción en el canto ha sido patente a todos, con fuerza y personalidad, pero tal vez un poco excesiva. b) Inicialmente el coro ha adaptado el color de su sonido para conseguir un precioso efecto en el madrigal, pero, a medida que avanzaba el canto, se ha hecho, tal vez, demasiado importan– te y dramático. En Gran Bretaña, tenemos que hablar a las «la- 28

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