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llega a Bayona y poblaciones próximas, y la actividad se reduce a niveles de mantenimiento. Llangollen por tercera vez El embrujo de Llangollen, con su serena belleza y su hospitali– dad, prende de nuevo. «Bastó con que corriera una carta de mano en mano. Bastó que en alguna tertulia de los quietos bares de Elizondo alguien recordara con entusiasmo las anteriores giras por aquellas tierras, para que los de Elizondo se pusieran a copiar papeles y a ensayar, a ratos, con ese andariego e incansable direc– tor que ahora, además, anda llevando el compás al Orfeón Pam– plonés» (D. de N. 10-VIII-56). Había de por medio una invitación especial a cuantos coros habían obtenido el primer premio. «No creo -añade Olari- que fuera este el mejor momento de los de Elizondo, que llevaban dos años un poco divorciados de ensayos y actuaciones». La preparación fue tenaz e intensa; unos conciertos por las ciudades de tránsito -Dax y Amiens- con programas exi– gentes y comprometidos sirvieron para templar las voces. El 13 de julio el coro elizondarra cerraba plaza en la competición de voces mixtas; 23 conjuntos se habían inscrito. Obras impuestas: «Eia Mater», estrofa del Stabat Mater de A. Dvorak (1841-1904) y L'Eccho de R. de Lassus; obra libre «Capricho» del P. Prieto. El dictamen del Jurado, testificado por el portavoz Sydney Northcote, decía: a) Un cierto ardor apasionado en la ejecución de la obra; meticulosa atención a los detalles y sobre todo, su expresividad tiene una espontaneidad cautivadora. Algún insignificante lunar en el ataque y una leve sobreexcitación en algunos efectos de crescendo. ¿Y esos «sol» agudos? La severidad de esta música patética rezuma espontáneamente de la textura de la Coral que posee una increíble extensión de colorido sonoro; ejecución deli– cada, expresiva, de incomparable belleza musical. b) El comienzo un poco incisivo, pero rápidamente ajusta– do; el texto anhelante, rítmico y vital, con un eco perfectamente equilibrado, pero ¡lástima! un ritardando poco justificado. Labor admirable. c) Una auténtica proeza coral, con técnica y disciplina real– mente asombrosas; rítmico, vital, gráfico, commovedor. Segundo premio, con 272 puntos; en el primer puesto el St. Cecilia Choir de Manchester, incansable coleccionador de pre- 19

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