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entusiasmo de los hombres, especialmente de las clases obreras, por ~ta. obra., fué enorme en sus comienzos; a.sí lo .aseguran •los obreros veteranos que aún viven; pero claro está, como institución humana, tenían que venide al Centro días de tris. te decadencia, aunque· estos a veces han sido• de corta duración, En 1919 el Centro contaba con 850 obreros, y la animación y el entusiasmo eran e– normes. "Aún lo recordamos con fruición, dicen los veteranos; c-on qué im.paciencia. registrábamos en el calendario la fecha de nuestra reunión men– sual", Años después volvió a decaer el Centro. Las masas son como el mar, rara vez y por poco tiem– po están en calma; hállans'e sometidas a todos los vientos y cualquiera de ellos las agita y comnue– ve, Esta es la historia de todas las cosas humanas; pero el agricultor prudente no deja, de labrar y sembrar el campo, aunque sepa. muy bien que han de venir fenómenos meteorológicos que han de perturbar en mayor o menor grado sus cosechas. ¡Pero el rocío de los cielos fecundiza los cam-• pos! Aquellos primeros obreros tenían la bendición de nuestra jerarquía eclesiástica: de Mons. Castro; del amado prelado Mons. Rincón González, quien en varias oportunidades los acompañó en sus Ac. tos Religiosos dirigiéndoles palabras de aliento. Ellos obtuvieron más tarde ta. bendición del Excmo. Mons. Felipe Cortessi, Nuncio Apostólico en aquel entonces. en nuestra república, quien se c0Jnplac1a en pres~dir s~ •reµntones nearJsticas,

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