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aquel mismo impetuoso viento que invadió el Cenáculo el día de Pente– costés) para difundir la palabra de Dios hasta los últimos confines de la tierra, no podía ejercerse con eficacia sin poseer las lenguas peregrinas y bárbaras que se hablaban en los diversos pueblos. Para arrancar las almas de los indígenas del dominio de la grosera abyección de los sentidos; para someterlas a los principios eternos de la religión y de la moral cristiana; para educar su inteligencia por la predicación, su voluntad por la peni– tencia y sus sentimientos por la oración, tenían necesariamente que hablar los idiomas usados por aquellos pueblos salvajes los religiosos que inten– taban reducirlos a la ley de Dios. Y por esto se pusieron a estudiar las lenguas indígenas con admirable fruto. El número de misioneros españoles, de cuyas obras filológicas se tiene noticias, es considerable, puesto que fue– ron objeto de su preocupación y estudios todos los idiomas de las comar– cas del nuevo continente en donde ejercieron su apostolado. Sus nombres constituyen uno de los capítulos más gloriosos de la historia eclesiástica., política, colonial y científica de España". (Conde de La Viñaza, Biblio– grafía Española de Lenguas Indígenas de América, págs. VI y X; Madrid). -"A las lenguas indígenas americanas acontecioles lo mismo que a las razas indígenas: motejadas todas en conjunto de salvajes, toscas, incul– tas y bárbaras, tildadas de tener poca extensión, carecer de vocablos para expresar ideas y pasiones, apenas tuvieron otros amigos que los misioneros". A. de Humboldt. -"A los misioneros se deben los primeros trabajos no sólo sobre la historia antigua de América, sino también los rudimentos sobre geografía, hidrografía e historia natural, •como igualmente la introducción y cultivo de los productos naturales de Europa. Los misioneros fueron los primeros maestros en la enseñanza de los pueblos del Continente y también los primeros etnógrafos americanos. Sin las elucubraciones filológicas de los misioneros, la ciencia moderna no habría podido estudiar las diversas lenguas del Mundo Nuevo ni fijar su filiación científica. En el estudio de fas lenguas y de las razas que poblaron la América, los trabajos de los misioneros constituy~n la base indispensable y necesaria de la etnografía de una gran porción del género humano". (Arístides Rojas). -"Las lenguas de América. Nada hay en la. historia de la Filología que pueda compararse, ni por extensión ni por conocimiento, a la ingente labor realizada por estos misioneros. La verdadera Filología comparada, -71-

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