BCCCAP00000000000000000001775
tenido a mi cargo en esta provincia y la de Barinas: que son tantos los idiomas cuantas las naciones que conocí en ellas, y son: guaiquires, palen– ques, gayones, cumanagotos, yaruros, otomacos, guajivos, chiricoas, guara– naos, taparitas, achaguas y guamos. Las tres primeras naciones, como redu– cidas por nuestros primeros misioneros a poblado y versadas hace más de un siglo con los españoles, que con real permiso se han establecido en sus mismas poblaciones o en sus inmediaciones para el resguardo y auxilio que siempre han necesitado los Misioneros para sus conquistas y para sos– tener y llevar adelante sus fundaciones en servicio de ambas Majestades, no sólo entienden sino también hablan el idioma español y algunos con perfección. De las restantes, como más modernamente conquistadas y saca– das de los montes, situadas entre los grandes ríos Apure y Meta, en cuyos terrenos se han poblado y están poblando desde los años de 1760, de orden de S. M., que se dignó por Real Cédula de 17 de enero de 1779 concederles en perpetuidad a este efecto, entienden ya algo el español y aún lo hablan imperfectamente, pero otros no lo entienden ni lo hablan en modo alguno. (A. Nac. de la Hist., vol. 113, pág. 417). 1O. Anglería describe las canturías de los Chiribichenses Son los chiribichenses sumamente aficionados a los agüeros y amantes de los juegos, los cantares y la música. En ambos crepúsculos se saludan alternativamente con varios instrumentos y cantos; a veces pasan ocho días continuos tañendo, cantando, danzando, bebiendo y comiendo: en ocasiones se dan a ello hasta quedar extremadamente rendidos. Los cantos tienen aire melancólico: allí se atavían cada uno con sus alhajas; éstos se ponen en la cabeza coronas de oro, adornándose el cuello y las panto– rrillas, en vez de cascabeles, con conchas marinas y cáscaras de caracoles; otros llevan penachos de plumas de diversos colores; otros se cuelgan al pecho planchas de oro, que llaman guanines; pero todos se tiñen con diversos jugos de hierbas, y el que a nosotros nos parecería más feo, ellos le tienen por más elegante. Así, formando unas veces arco, y otras apretada falange, después redonda corona, dándose las manos, luego soltándolas, con mil, saltos dife– rentes y danzas, siempre ,cantando, se revuelven en círculo, yendo y viniendo, con varios gestos de la cara, cuándo silenciosos y con la boca cerrada, cuándo abriéndola y dando voces. Dicen estos cenobitas ( los dominicos) -69-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz