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8. Opiniones de Guillermo Humboldt sobre las lenguas indíg~nas americanas, deducidas de los estudios de misioneros 1. Dice el señor Schmitthenner (Ursprachlehre. S. 20): "Sin con– siderar importante presentar una detallada explicaci6n sobre el hecho de que las lenguas de América y Africa son tanto más incompletas y más alejadas las unas de las otras, cuanto menos se han elevado los pueblos que las hablan de la estupidez de la vida natural a la luz de la raz6n y de la dispersión de la rudeza a la unidad de la educación, vamos a etc... ;" No sé si muchos estarían dispuestos a suscribir una afirmación tan despectiva y que corta toda investigación desde el principio. Yo no puedo sino abrigar una opinión enteramente contraria. No quiero referirme a la notable estructura de diversos idiomas africanos y americanos. Puede ser que todo investigador del lenguaje se sienta inclinado a· este estudio, pero habrá de confesar cualquiera que se haya ocupado aunque sólo sea por encima, que el conocimiento de ellos es del más alto interés para el estu– dio del lenguaje. A parte de que el estado cultural de aquellos pueblos, concretamente de los americanos, y precisamente en relación a la expre– si6n del pensamiento, no es en general tal cómo se nos lo describe en ese lugar. Los relatos y descripciones sobre las reuniones del pueblo y los discursos habidos por algunos de los principales nos dan un concepto total– mente distinto sobre las naciones de América del Norte. En muchos luga– res son esos discursos de una elocuencia verdadera y conmovedora. Y aun– que estén estas tribus en estrecho contacto con los habitantes de Estados Unidos, queda con todo el sello o mar<;:a innegable de su idiosincrasia úri– ginal y auténtica en sus expresiones. Se oponen ¿cómo no? a cambiar la libertad de sus bosques y montañas. por el trabajo agrícola y .la estrechez de sus casas y aldeas; conservan en su vida nómada un espíritu sencillo, amante de la verdad y frecuentemente de un carácter magnánimo y noble. (Véase "Report to the Secretary of war of the united states on a lndian affairs", p. 71. App. p. 5. 21. 53. 121. .141. 242 de Morse). Los idiomas de hombres, que saben dar a su expresi6n esa claridad y fuerza y vivacidad, no pueden estar desprovistos de valor para la aten– ción del investigador del lenguaj~. Lo que se encuentra disperso en el Saggio di Storia Americana de Gilij sobre leyendas y narraciones, nos da un buen testimonio de los grupos de América del Sur. Aunque hubiesen -65-

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