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trado gran estima de la lengua española por lo que es para ellos: un arma para defenderse de los atropellos y el medio para hacerse • dueños de la cultura vecina. En cuanto a legislación, bástenos citar como botón de muestra, la R. Cédula del año 1689 al Marqués del Casal, Gobernador y Capi– tán General de la provincia de Venezuela. Y tras esta Orden Real y otras muchas posteriores y para ver qué efectos produjeron las escue– las y otros medios menos formáles, pero más extensivos y espontáneos, podemos leer las respuestas dadas por Fray José Francisco de Caracas, misionero capuchino, el año 1813 al interrogatorio de 36 puntos, en– viado por el Ministro de Ultramar, Ciriaco González Carbajal, al arzo– bispo de Caracas (9) . De las respuestas del P. Caracas se deduce claramente (y sobre ello existe abundantísima información) que aquel primer elemento, característico de las Misiones (territorio exclusivo de los indios) , se fue resquebrajando paulatinamente y no constituyó de manera alguna una muralla china. ¿Quién le pone puertas al campo?, valdría repetir aquí. Aunque fue un asunto controvertido en toda América, entre los mismos misioneros, la apertura se fue imponiendo. Hubo villas de españoles (San Carlos, Calabozo, Maturín, San Fernando, San Felipe, Upata, etc.); hubo escoltas, hubo empleados para trabajos especiales, hubo negros cimarrones, también españoles y otros europeos fugitivos o simples trotamundos, hubo individuos deseosos de establecer gana– derías, hubo comerciantes, etc. A tal extremo que el año 1730, 10 de noviembre, una Real Cédula llegó alertando contra tantos españoles, negros, mulatos y mestizos infiltrados, que se iban adueñando de las tierras, "que los indios solos debieran gozar". De todo lo cu~l, discu– tible en varios aspectos, resultó la no discutible expansión del Caste– llano, que fue un enriquecimiento para los indios en muy variadas circunstancias. ¿Viéndole una cara de esa moneda, es decir, ciertos incon– venientes, no sería que nació entre los indios el dicho aquel de que los monos no hablan para que no los pongan a trabajar? Otro dato, que no debe pasar inadvertido, es el éxodo temporal de los indios a trabajar en las haciendas y ciudades de españoles a pasear y a negociar en ellas. Existe también una Real Cédula ( ¿qué asunto de importancia no está reflejado en ellas?) en que se manda que los indios píritus, palenques, cumanagotos, caribes· y otros de la pro- -37 -
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