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LOS CRIMENES DE LA GRAN SABANA Y LOS KANAIMAS CORRESPONDENCIA EPISTOLAR DE TRAPECIO Y EKAREMENfN SOBRE ESTA MATERIA Il* lA RESPUESTA DE EKAREMENIN (Conclusión) Para Kanaima no hay remedio.-Sucedió en los principios de la Misión de San Francisco de Luepa el caso siguiente: llaman al Padre diciéndole que una india está gravísima, que se muere. Va apresuradamente y pregunta: - ¿Qué es lo que tiene? - Que andando solita por la sabana en busca de fruticas, la agarro Kanaima. Se le puso el termómetro, pues parecía que estaba ardiendo, y marcaba 21 1 / 2 grados. - Le vamos a dar un remedio --dijo el Misionero- para que se cure. A lo que contestó uno de los indios más respetables: Para Kanaima no hay remedio. - Verás como yo soy más fuerte que Kanaima -replicó el Padre, y tomando una buena dosis de purgante, se lo propinó a la enferma; a las tres horas ya había salido Kanaima y ella estaba completamente curada. Kanaima convertido en lombriz. Otro caso algo semejante sucedió en Chikadanté, ranchería muy cercana a la Casa-Misión de Kavanayén. Llamaron al Padre para que asistiera a otra india ya casi moribunda. Parece que su vientre estaba lleno de lombrices; algunas se le subieron y salieron por la boca y la nariz; de un ataque de estos vermes, según creemos, se fue al otro mundo. Hasta que se murió, nadie había opinado sobre la enfermedad; pero después, unas viejas empezaron a examinarla y como observaron que algunas partes estaban amoratadas, aseguraron que el autor de esta muerte era Kanaima y que cuando había ido sola a llevar cachiri a los trabajadores, que estaban haciendo un camino, Kanaima la aporreó y de eso murió. Alarma de Kavanayén.-Había acabado de oscurecer, cuando unos indios llegan en precipitada carera, llamando al P. Víctor para que les prestase las escopetas, pues habían visto Kanaimas, por lo menos doce.. * Sic. Correspondería a la entrega VI 161

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