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deshecho a golpes, su asombro y desesperación fueron inenarrables; todos a una voz exclamaron: ¡Kanaima! Cuatro casos se han narrado y en los cuatro vemos a indios queriendo o haciendo el mal con apariencias de Kanaima. El último caso fue producido por los celos, según dice el autor; y es que en toda novela ha de haber algún lance amoroso para dar gusto al mal gusto de los lectores. De estos casos pasemos a otros; a los producidos por el miedo y por la imaginación exaltada, que nos darán abundante materia. ¡Kanaima, Kanaima!.- Yendo el RP. Baltasar de Matallana, de Santa Elena a Luepa con algunos indios y con algunos civilizados allá por tierras de Kamá, lugar muy pintoresco y solitario, en donde es fama que abundan los Kanaimas, se le ocurrió decir a uno delos civilizados en tono de broma: ¡Kanaima, Kanaima!Fue tal el susto y miedo de los indios, que todos fueron a acurrucarse debajo del chinchorro del misionero; y por más que trató de persuadirles que no era cuestión de Kanaimas, sino una broma, no se convencieron asegurando algunos que lo habían visto. ElKanaima convertido enpato.-El caso siguiente nos lo cuenta otro de los misioneros. A los pocos afi.os de fundada la Misión de Santa Elena se admitió en el Internado a un indiecito bautizado con el nombre de Jorge y a quien se le dio por apellido Corniero. Vino, naturalmente, con todas las supersticiones de los de su ranchería. En una de las primeras noches, cuando el reloj marcaba las once y la luna estaba con todo su esplendor en lo más alto del cielo, se acercó al Padre para decirle que quería salir a amarrar el tigre (hacer una necesidad). Sale nuestro indio; y apenas el Padre acababa de cerrar la puerta, cuando entra todo asustado diciéndole en voz baja y misteriosa: ¡Kanaima, Kanaima debajo de un banco!; está vestido de blanco y dice: soe, soe... -Acuéstate y déjate de Kanaimas, le replicó el Padre. No se le ocurrió salir más por temor de que le cogiera Kanaima. Contó el caso por la mafi.ana a los compafi.eros, que aunque no le creyeron, investigaron lo sucedido; y lo que había sucedido era que un pato estaba debajo de un banco aprovechando la poca comida que uno de los internos había dejado en un plato, el cual al moverse le parecía al asustado indiecito que decía: soe, soe, que es la contrasefi.a de Kanaima. 160 EKAREMEMfN (Concluirá) (En: VenezuelaMisionera,N° 238, Caracas, noviembre de 1958, 237ys.).
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