BCCCAP00000000000000000001773
dose, matando a traición. Vencieron, como se ha dicho, los naturales, y los Pichaukok que no perdieron la vida, huyeron a otras tierras. Sin embargo, hubo algunos que no pudieron o no quisieron huir, quedándose escondidos por la espesura de los bosques, de las cuevas de los cerros, en lugares solitarios; y lo que no pudieron hacer cuando eran muchos, lo realizan ahora poco a poco acabando con los indios. Cerca de Kavanayén, Gran Sabana, existe un pequefio cerro que los indios llaman Epuedén, que quiere decir sepulcro de huesos o esqueletos, y parece ser el lugar en donde se dio fin a la guerra con una cruenta batalla y escogieron ese sitio para enterrar a los muertos. El Kanaima, como ya se ha dicho, es un caso típico de la psicología del miedo y del histerismo, que hace ver y oír lo que no existe, y creer las propias mentiras y espantarse de las creaciones ficticias, como cierta clase de animales que se espantan de su propia sombra; y como se ha dicho también alguna que otravez, indios malos, vengativos, o quizá celosos que se valen del miedo que los demás indios tien_en a este espantajo, para vengarse, robar y matar; y con decir que fue Kanaima evaden toda responsabilidad y echan tierra al asunto, sin que a nadie se le ocurra hacer las debidas investigaciones sobre el caso. Como prueba de que algunos indios se escudan en la creencia de los demás, en Kanaima, para cometer sus fechorías, tenemos pocos ejemplos: más de que la cuestión de los Kanaimas sea obra de la imaginación y efecto del miedo, los tenemos a granel. Desde los orígenes de la Misión en la Gran Sabana, con frecuencia hemos oído decir que los Kanaimas han asegurado que nos van a quemar las casas y a acabar con la Misión y con los indios, cosa que siempre lo hemos tenido a risa. No fue, sin embargo, de risa lo que aconteció a los PP. Nicolás de Cármenes y Maximino de Castrillo a los pocos días de llegar a fundar la Misión de Santa Elena. Había entre los indígenas uno de apellido Salazar con fama de malo (aunque no de Kanaima) por haber tomado parte en un crimen contra civilizados en el vecino Brasil, a quienes quitaron la vida cuando estaban durmiendo. Ello no obstante tenía mucha influencia sobre los demás, era muy amigo de los protestantes adventistas y por consiguiente muy enemigo de los misioneros católicos, de los cuales quería deshacerse. Con ese fin alborotó a todos los indios de la ranchería de Akurimá, propalando que habían visto a Kanaima saltar de la ventana, observándose también sus huellas muy cerca de donde tenían los misioneros su morada. El fin de ese indígena maligno y de otros compafieros de maldad era valerse de ese alboroto, miedo y confusión para dar muerte a los misioneros y después 157
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz