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Se repetirán algunos conceptos para mejor inteligencia de lo que vamos tratando, procurando hacer comprender lo que es el Kanaima a los pacientes lectores, en cuyas manos caiga esta carta. "La idea de Kanaima la tienen los indios metida hasta la médula de los huesos y no hay razón por convincente que sea capaz de persuadirles lo contrario; y cuando sel~ quiere convencer que no hay tales Kanaimas ni tales carneros, que todo es imaginación y miedo que ellos tienen, proponen tales casos y con tales circunstancias que son capaces de convencer al que no esté sobre aviso: que yendo de camino vieron sus huellas; que el Kanaima por lo general anda de puntillas o de talón para que su rumbo no sea conocido; que algunas veces deja unas pisadas desmesurada; que el otro día no más a un indio que estaba en el conuco agarró Kanaima y luego le empezó a doler el espinazo; que la india tal yendo por agua a la quebrada vio a Kanaima y se enfermó; que tal otro andando de caza oyó sus silbidos y sus lloros como de un nifio; que los indios de tal caserío tuvieron que mudar su vivienda por abundar allí los Kanaimas; que a otros les quemaron sus casas; y finalmente que un indio muy valiente mató tres Kanaimas a machetazos y los arrojó al río. De suerte que las conversaciones sobre este asunto son el pan cotidiano de los indios; y cuando se ven acorralados y no saben qué decir le sueltan esta frase con que le tapan a uno la boca: "Tú no sabes, indio sabe". En el afio 1945, el R.P. BaltasardeMatallana, célebre misionero de la Gran Sabana y muy conocido del público venezolano, en su ilustrado libro "Labor de los PP. Capuchinos enla Misión del Caroní", dejó escrito: "El Kanaima no es un espíritu, pero sus virtudes y propiedades lo aproximan. No hay palabra que más se les oiga nombrar ni ser a quien profesen un miedo tan terrífico. El roce con los civilizados y la evangelización van disipando en ellos las ideas sobre ciertos espíritus, más sus creencias en Kanaima rayan en el fanatismo". Lo que escribió el P. Matallanaen 1945 se puede muy bien aplicar en 1958, y es probable que pasen decenas de afios sin que desaparezcan esas creencias. Ya los Mavaritones no celebran sus fiestas en los empinados cerros, ni acuden al reclamo de los Piaches, ni menos se indignan arrojando rayos y centellas cuando los indios arrojan ají en el agua; ya los Ratos y Tuenkarón han salido de los remolinos y de lo profundo de las aguas para que los indios naveguen tranquilamente; ya no es el pequefio y chispeanteUaranapi el que con su pequefia y potente escopeta hace retumbar las nubes repitiéndose el eco de nube en nube y con el consiguiente resplandor; ni los Piamds de largas piernas y orejas descomunales (como alas de avión) se pasean por los bosques; los enanos Tiripuinishan abandonado ya sus palacios fabricados en los huecos de los árboles; los antijaücos Apedavás y Patanchinas con sus cabezas de camazas tampoco son ya el coco de los indiecitos. 145

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