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Ya estaba informado de lo que me dices de Chan-Kó y de los otros crímenes de la Gran Sabana; pero debes saber que sus autores ya están recibiendo el castigo merecido en el penal de El Dorado, si bien yo creo que debiera aplicárseles, además, la pena del talión, pues como bien me dices, no hay ningún derecho ni ley que permita quitar la vida a un indígena por el solo hecho de que le hayan puesto el sambenito de Kanaima, ni mucho menos envolver en tales hechos delictuosos a criaturas inocentes. Al principio se creyó erróneamente que con su muerte todo se había terminado y que la tranquilidad iba a reinar en adelante en aquella región; pero parece que la cosa no ha sido así, ya que como consecuencia de tales aconteci– mientos el miedo y el temor se ha apoderado de los indios por la muy probable venganza que tomarán los hijos de Chan-Kó y sus amigos y familiares. Ya nos han venido con la desagradable noticia de que los Kanaimas han quemado algunas casas y que quemarán todas las que son de palma y que acecharán a los que tienen casa de aluminio para matarlos; por lo cual ha cundido más el pánico entre los indios, de suerte que el capitán de esta región ha enviado una circular para que todos estén alertas y prevenidos. Muy bien decía el caciquePoto-Kó: de nada sirve dar muerte a un Kanaima; hay que matarlos a toditos, de lo contrario será mucho peor. Las mismas preguntas que te han hecho a ti me han hecho a mí, muchos de los que han venido por estas regiones que, como han oído muchas veces de boca de los mismos indios la palabra Kanaima, se creen que es el diablo de los mismos, y las mismas barbaridades y supuestos crímenes de los Kanaimas han llegado a mi noticia. Lo que nuestro ínclito novelista dice de Kanaima, puede ser que sea al Kanaima de otras regiones; respecto al Kanaima de los arekunas, taurepanes, kamarakotos, mukuchíes (sic) y vecinos uaikas de la Guayana Inglesa, lo considero como pura literatura. Para ir al meollo de la cuestión, te digo lo que otras veces he afirmado,_que si los que refieren esos enormes disparates hubieran leído lo que Ekaremenín y Emasensén Tuari escribieron en VENEZUEIAMISIONERAhace 15 afios, no se atrevieran, ni seles ocurriera el decirlos, pues como acertadamente escribió uno de los veteranos misioneros, no existen descripciones más exactas y satisfactorias. Cito sus mismas palabras: "Por mi íntimo contacto con los indios de esta región he podido observar que la descripción del Kanaima que los beneméritos misioneros N. N. hacen en el artículo del mismo nombre publicado en el N° 44 del mes de septiembre de 1942, es exactamente verídica y completa. Difícilmente se podrá hacer una descripción más satisfactoria de lo que es el Kanaima entre los indios pemones". 144

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