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el mundo a Capina el bueno. Lo demoniaco sin forma determinada y capaz de adoptar cualquiera apariencia, viejo Abrimás redivivo en América. El es quien ahuyenta las manadas de damas que corren arrollándol~-y destrozándolo todo a su paso; quien enciende de cólera los ojos ascuas de la arafia-mona, excita la furia del cangasapo, del veinticuatro y de la cuaima del veneno veloz, azuza el celo agresivo y el hambre sanguinaria de las fieras, derriba de un soplo los árboles inmensos, el más alevoso de todos los peligros de la selva; que desencadena en el corazón del hombre la tempestad de los elementos sobrehumanos!!". Aquí se detuvo y sin pasar adelante me preguntó: ¿qué le parece el parrafito? Yo le contesté que estaba muy poco capacitado para dar completa satisfac– ción a esas preguntas, sin embargo, les afiadí que lo que yo pude comprender de mis conversaciones con los indígenas es lo siguiente: tengo para mí y saco la consecuencia de que el Kanaima está más en la imaginación que en la realidad; según ellos es indio de carne y hueso como los demás, aunque en ocasiones parece revestirse por obra mágica de cualidades espirituales; que es el enemigo mortal de los indios; quesiempre anda acechándolos para quitarles lavida; que es pobrísimo y altamente envidioso y que principalmente por este motivo busca su perdición; que hay indios alevosos y vengativos, que se valen de la simplicidad de los demás para cometer sus fechorías y satisfacer sus pasiones; y luego con sólo decir que fue Kanaima, quedan completamente impunes; que de las noventa y nueve por ciento muertes que atribuyen a Kanaima son efecto de alguna oculta o manifiesta enfermedad, o de algún gran susto venga de donde viniere, o del miedo que les invade cuando no aciertan a explicar algún hecho P.:J,a ellos incomprensible, o por último de la vejez, cuyos límites nadie puede traspasar. Para ellos necesaria– mente ha de ser Kanaima y nada más que Kanaima. Con estas y otras razones pude al fin desentenderme de aquellos pregun– tones inoportunos. Sefueron, aunque no muy satisfechos de mis explicaciones, deseando más amplia información. Le ruego me conteste pronto y minuciosamente sobre el particular a fin de que pueda complacer a los curiosos que vinieron a mí con semejantes preguntas, pues con sólo leerles lo que me escriba creo quedarán bien informados y convencidos. De mi proyectado viaje a la Gran Sabana, he desistido al fin en vista de los colores nada rosados con que me pintalas cosas, y principalmente por aquello que me asegura de que los indios han cambiado mucho en sus costumbres y que ya no son lo que antes eran, y también por la amenaza que me hace de ponerme al frente de uno de los Internados, con la obligación de velar por los nifios de día y noche, tolerar sus impertinencias, ir a buscarlos en sus fugas, etc., etc. Eso ya no es para mí ni para mis afios. 142
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