BCCCAP00000000000000000001773

infierno?): "una inmensa soledad, sin sol, ni luz alguna que lo alumbre", 42 cuyo nombre es Kayohuufi.a, sitio donde van los condenados y lugar donde habitan los demonios, los cuales revolotean como vampiros y murciélagos que, a la vez, se chupan la sangre y devoran mutuamente. Creemos haber comprobado, con estas notas, la incorporación de un discurso mítico -consolidador y reafirmador de nuestra idiosincrasia, a la vez de ser elemento que define nuestro ser- que, por medio de la permanencia e hierofonía, después de haber logrado adecuar los mitos-ritos, productos de la oralidad, al eje narrativo, lograr "pura literatura" justo lo que la Canaima de Gallegos es, tal y como la definió el misionero Eulogio de Villarrín, el afio 1958. Finalmente, deseamos advertir a los lectores que, previa consulta y con el consentimiento de Fray Cesáreo de Armellada, hemos afi.adido, a pie de página de los artículos transcritos en el siguiente Anexo, cuando el caso así lo haya requerido, unas notas explicativas a los principales seres mitológicos, héroes culturales o, bien, "personajes" de esa inmensa zona, la tierra de los tepuyes: los retofi.os de las piedras, o cerros, la cual es, para nosotros los guayaneses, mucho más que el terrufi.o, ya que se convierte en el telurismo demarcador de un carácter y sentimiento regionales el cual nos obliga a la vuelta a los orígenes en el rescate de nuestra identidad y reafirmación, como personas, en "el eterno retorno" a los piá ancestrales, por medio de la palabra que, magistralmente, definió Gallegos como "mágica", por toda la carga connotativa que ella encierra. ANEXOS EL KANAIMA SEGUN LOS INDIOS P. Eulogio Mª de Villarrín y P. Cesáreo de Armellada La idea de Kanaima la tienen los indios metida hasta la médula de los huesos, y no hay razón, por convincente que sea, capaz de persuadirles lo contrario. Ycuando se les quiere convencer de que no hay tales kanaimas, ni tales carneros, y que todo es imaginación y miedo que ellos tienen, proponen tantos casos y con tales circunstancias, que son capaces de convencer al que no esté muy sobre aviso. Que yendo de camino vieron sus pisadas (el Kanaima anda de puntillas o de talón para que su rumbo no sea conocido); que el otro día no más, a un indio, que estaba en el conuco, agarró Kanaima y luego empezó a dolerle el espinazo; 42 Daniel de Barandiarán, "Introducción a la cosmovisión de los indios ye'kuana-makiritare", 842. 133

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz