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Capuchinos, y. que. bajo esta condición seremos útiles en:. l_a Iglesia de Cristo, si somos conformes en un to~ do con nosotros mismos o si estamos imbuídos siem~. pre del mismo e¡¡píritu; que a 1'Uestro .espíritu y a nuestra acción amenaza un solo peligro: la adapta– ción al mundo o aun· a otros Institutos religipsos, aquella adaptación, decimos, en la que la genuina am– plitud y gravedad de nuestro espíritu sale perjudica– da y como enervada; amplitud y gravedad de aquel· espíritu nuestro que así como anima toda nuestra •vi– da, así debe iluminar toda nuestra acción; de aquel espíritu q1,1e, sólo él, nos señala un puesto propio y peculiar nuestro entre los gloriosos ejércitos· de la [iglesia militante de Cristo. Sin embargo, no queremos decir con estas pala– bras'--como es claro-que nosotros debemos ser infle– xibles frente •a las actuales •necesidades de las almas -y·, menos todavía, que .debamos ser indóciles a los de– seos de nuestra Santa Madre Iglesia en las presentes angustias de la sociedad; al contrario, Nos estamos persuadidos de que riuestro genuino espíritu llevará •a la tendencia opuesta a to¡dos y cada uno de nuestros religiosos y que los hará hábiles y dispuestos a toda clase de trabajos conformes a nuestra vocación; lo cual, ciertamente, ha ocurrido siempre en nuestra Or– den, tanto, que Pío XI, de grata memoria. pudo de– cir de nuestra humi1de familia: ¿Dónde no han pene– trado y no han aparecido los Capuchinos? Especial– mente en los momentos más tristes en que hacía f al– ta el socorro, en. los lugares más abandonados a don– de nadie quería ir, allí aparecía el Capuchino. Nj: queremos decir tampoco que debemos antepo– ner simplemente la forma de nuestra vida regular a los 'deseos de las almas y a las necesidades de la Iglesia, quedando así encerrada riuestra acción apos– tólica dentro de unos estrechos límites, la cual limi– tación intentemos luego excusar y cohonestar con la excusa de una vida sosegada o con el pretexto de atender mejor. a nuestras pequeñas obras conventua– les o en nombre de las exenciones y privilegios; mien– tras que, por el contrario, todo esto ha s1do orde- 6