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que há evolucionado J~ psicofogía de los pobres de hby. día, .~uárdense ·.• las siguientes normas: --S~gún la anUquísima.iradicion .. de l¡i. 01'.den; rio hos ayergoncemos de pedir lim.osna. PL,ra los po]lll'e~; niás aún, ordenemos y administremos cada día mejor estas limosnas, servatis servandis, -Prepárese un lugar apto y decentes.junto a la puerta del convento, donde los pobres puedan reco– gerse y tomar los alimentos en una forma t.:mveniente ~í:in la dignidad de una persona humana y ci'istiana. -Déseles no sólo el. alimento materia sino tam– bién elespiritual por medio de instrucciones conve– uie.ntes,. y algún ejercicio de piedad, a no sa que· las circunstapcias de lugares y personas aconsejen otra cosa; por lo cual es de desear que siempre, 1,Jentras se pueda, se destine a este oficio a un SacerdOl.e. • XLIII En cuanto a otras obras de caridad, salvas las nor– ,nas dadas más arriba (n. XXVII), a fin ae precoc• rer los peligros que se originan de tener que rend1:l' cuentas de la administración de bienes, para que fi– nalmente - alguna vez la Orden Capuchina· satisfág;;. _plenamente las esperanzas de la Iglesia, cuiden todo:. de llevar a la práctica por sí o por otros, servafü, servandis, las cosas que el Sumo Pontífice se digno indicarnos.: .. . los que están angustiados por la cc., rencia de cosas y tienen que procurarse a sí mismo:, y a sus familias con sudor y trabajo unos alimentos escasos, fácilmente son apartados de la Iglesia pO't promesas y doctrinas falaces, como si ésta ignorase· o se desentendiese de su suerte degraciada, cuando. po1' el contrario se esfuerza por todos los medios a su alcance no sólo por ilustrar sus inteligencias con lá veraád, :io sólo por consolarlos con la esperanza de los bienes del cielo, sino también -en cuanto lo per~ miten sus facultades- por remediar sus • necesidades terrenas. Pero en una obra y magisterio tan saludable 32
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