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rjficio a aquellos Padres qµe carecen de espíritu reli– gioso, no sea que ,les venga un daño irreparable a los rrüsmos Padres, y además, _padezcan detrimento el mismo ministerio y el pre¡¡tigio de nuestra Orden. -Los religfosos destinados para éste oficio no erean que están exentos de la sujeción y obediencia a sus Superiores, sino que deb!Vl ponerse en comu– nicación con ellos frecuentemente y ob~ecer sus mandatos y consejos, dando cuenta de sus actividades y de los émolumentós recibidos así como de los gas– tos hechos. -No dejen el h::ibito religioso, al menos mientras :friere posible; y por lo demás, lleven una vida confor– me con el propio estado clerical y religioso. ~No crean que por el hecho de estar destinados para este ministeriq, tienen algún derecho de perma-: necer en él; sino que deben estar dispuesto$ a volver al convento apenas son Uamados al mismo. -----Cultiven la piedad con el mayor empeño y ob– serven cuidadosa!llente las. prácticas ordenadas parc1 conservar el espíritu eclesiástico y religioso. XL Entre las g~ntes del pµeblo que merecen nuestros mayores y más urgentes cuidados están los inmigran– tes que han venido del extranjero, pues ellos están en más grave peligro de perder la fe y las buenas cos– tumbres. En cuanto a este apostolado, aconsejamos lo siguiente: • -Nuestros frailes no rehusen cooperar en las obras emprendidas por la autoridad eclesiástica para la asistencia espiritual, moral y aun corporal de los in-– migrantes. -En cualquier parte de la Provincia que se hallen tales inmigrantes, cuídense· nuestros frailes de •aten– .derles en cuanto lo permita el conocimiento de su lengua. • • .3Q
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