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vedadés. y de esos errores y de las obras que han na– cido de· ellos es aquella oportuna acomodación del apostolado a las .necesidades actuales de las almas, la. cual acomodación .puede muy bien procurarse, más aún, es reclamada y urgida por el Pastor Supremo de las almas. A esta clase de obras pueden adherirse los nuestros y aun deben hacerlo o •al menos, pueden :promoverlas por .medio de otros, con tal empero de que • s1empre haya precedido la aprobación de los •<)b,ispos y el consentimiento de_ nuestros Superiores, f en' los casos más graves, del Definitorio General, guardando todas las demás prescripciones que deben gqardarse, especialmente en lo que se refiere a la con– veniencia de las obras de apostolado con la índole de nuestra Orden. XIX Más que formas de apostolado, se •han de promo- . ver uria renovación y acomodación de las formas tra– dicionales, comó son, por ejemplo, la predicación de la palabra divina, el ministerio de oir confesiones, la asi~tencia espiritual a los enfermos, esto en cuanto lo requieran las condiéiones sociales, psicológicas y e~ l,)irituales de hpy en día. No hay que descufdai', por t;.tnto, estas formas tradicional.es para entregarse a otras menos seguras y más du(iosas, no s'ea que se '.haga más daño que provecho a -las almas. XX Para que sigamos ejercitando un _verdadero apas– tol.ado según .la·. <lptima _y comprobada tradición de ~uestra Orden, es necesario que procuremos· ante todo que nuestra acción apostólica sea una exteriorización y rebosamiento del amor divino adquirido en una ora– cfón continua, trabajando con ahinco por inspirar en los ánimos de los fieles una piedad profunda y sóli– da en relación con Dios: para esto serán muy útiles· aquellas formas de apostolado que _ se emplean hoy 18
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