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y;iarse del camiIJ.o reat y .seguro c'le, la humildaci. y obediencia. XVI Sepan, pues, bien todos y demuestren con su vida que saq~n •que no es un apostolado de buena ley él de aquellos que por las ciréunsfancia:s es¡;¡eci.aLes d,Jit momento se han engolfado con demasía muchas 'IJ,– ces en el torbellino de la actividad exterior, hasta :.el punto de olvidar,·. el principal deber _d,el Sacerd9,t;~, que es la sañtificación propia. Y esto ,que dijo el Sumo Pontífice para traer '.a más recto sentir a aquellos que presumen temerariamente· que·'se puede satvar al mun~ do por aquella que con razón se ha - llamado 'herejía de la acción, deben urgir nuestros Superiores a nues– tros religiosos, si .por desgracia hubiere algunos que piensan de este modo, con oportunos avisos y aun con rigur9sos mandatos. XVIl ·Para· qÜe ·• 1os nuestros eviten siempre esa herejía de la. acéión, • nó •dejen nunca los ejerciéiós de. piedad que se hacen en común; especialmente .el oficio coral • y la 'meditadón; más aún, recuerden todos que, se- . gún riuestra·fradición, és necesario procurar una v1da interior tanto más intensá 'cuanto' más .sé entregan' •.;f ' las obras exteriores; y por esto en manera alguna se pued~ conceder, sino según las normas que dare– :rµos más abajo, onerata conscientia S'Ul)eriorum una dispensa habitual y permanente de los ejercicios de piedad acosturnbi:titdos, para entregarse más de lleno a!. apostolado; '·p6rque la expei'ienéia<demuestra que ciertos ejercicios de piedad y sobre todo•la meditación no. se puede:n susti.t'Uir con• ningún otro: medio. • XVIII Totalmen_te .distintq deLreprobabl~ espíritu de no- 17

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