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EL CA’]’ITICO DEL HERMANO SOL. UNA ESPIRITUALIDAD QUE QUIERE ALCANZAR A DIOS 801 Ya sea el Cántico de las Criaturas o del hermano Sol, es una lí rica ani mada por una dinámica de gravitación universal en las dimensiones de Cie lo-Tierra, vinculada y convergente al centro de atracción y fuente común que es Dios creador. Su canto es el de un hombre salvado de manera frite gra18, capaz de expresar ese movimiento de las criaturas al Creador y vice versa. Al mismo tiempo, su expresión poética tiene el encanto ante la varie dad y el esplendor de las criaturas, una connotación de candor y naturalidad, donde la densidad teológica se diluye en la vena poética y la poesí a se con- densa en la sistemática teológica. El Cántico, con todo, no es únicamente un mensaje bidireccional, de trayectoria vertical, sino que también tiene una lectura horizontal, que pone en comunicación la tierra con todas las criaturas que la habitan. Y, por lo mismo, dirigida por el Emisor a la humanidad de todos los tiempos y luga res. Una llamada apasionada al acercamiento reverente y al amor seráfico hacia todas las criaturas y valores de la creación19. Quizás, con cierta pru dencia, podrí amos hablar de uno de los primeros manifiestos ecológicos de la historia; una declaración dirigida a todos los hombres, pero de manera singular, a los que no perciben la urgencia de restablecer la annoní a entre el hombre y la naturaleza, a los que en diversos lugares y de múltiples maneras comprometen la cadena de la vida. Francisco también se dirige a todos aquellos que son buscadores de la verdadera alegrí a. Y, en este sentido, tal y como refiere Celano, invitaba a todas las criaturas a la alabanza de Dios20. Francisco se acercaba con afecto cordial a las personas que encontraba en su camino; a las plantas, que le ofrecí an refresco a su sombra; a las aguas, que apagaban el calor de su sed; a las flores, que seducí an su espí ritu con su perfu me, pétalos y belleza; sabí a comunicarse con los pájaros, los peces y otras especies, donde la maravilla más sorprendente era precisamente la de poder reconocerse como parte de la naturaleza; relacionado también con los anima les y las cosas, en una reciprocidad genuina y espontánea. Francisco exalta en el Cántico la relación que ve al sol, el viento, el fuego, etc., como nuestros hermanos; la luna, las estrellas, el agua, etc., como nuestras hermanas; y la tierra como nuestra madre común. Antes de él, la unión entre esas diversas realidades era algo impensable. No hay duda que, en esta lectura, Francisco está llamando la atención sobre las posturas heréticas, las de aquellos que veí an la naturaleza como algo negativo. No se puede olvidar que, tradicional mente, la separación y desprecio de la naturaleza es considerada como un imperativo del ascetismo y de la perfección cristiana. Por lo qú~, el cambio 18. É. Leclerc, Canto, en Dizionario francescano di spiritualitá, E. Caroli (ed.), Messaggero, Padova 1995, 148. 19. T. Matura, Francisco de Así s, otro Francisco. El mensaje de sus escritos, Arantzazu, Oñati 1996, 96. 20. 2Cel 217.
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