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EL CÁNTICO DEL HERMANO SOL. UNA ESPIRITUALIDAD QUE QUIERE ALCANZAR A DIOS 819 existir crisis ecológica. Se trata de recuperar permanentemente la experien cia cristiana de Dios-con-nosotros (Is 7,14; 1 Jn 4,9; Mt 1,23). En este sentido salvación y liberación están profundamente vinculadas con la creación. Y, necesariamente, supone el reto de superar un antropocen trismo, que ha sido expresado, interpretado y vivido, en un modo excluyen- te y antropocéntrico. Necesitamos limitar la exaltación del hombre sobre las criaturas. Y esto porque, el Dios de la redención es el Dios de la creación. Necesitamos hacer un empeño común a favor de la creación, a partir de per sonas que provienen de creencias religiosas diversas, que pueden ofrecer una esperanza real para el futuro de la vida en la tierra. Supone una fe que mira a la globalidad de la tierra, que necesita de las aportaciones que pueden venir de todas las tradiciones religiosas. En este sentido hay que contemplar el hecho del hombre como ser inter conectado con las demás creaturas. Se trata de colocar al hombre en la co munidad de la vida, planteando una fe que mire al hombre ‘en relación con’ las demás creaturas. Esto, además, implica un reconocimiento de lo cientí fi co, que se ha de poner en diálogo con la tradición judeo-cristiana, para plan tear nuevos interrogantes sobre la identidad del ser humano ante Dios. La comunidad cristiana ha sostenido la singular dignidad de la persona sobre la base de la antigua concepción bí blica del ser humano, como hom bre y mujer, “hecho a imagen de Dios” (Gn 1,27). Se trata del valor radical de toda persona ante Dios. Pero desde ese principio también es posible fa vorecer las relaciones iguales y recí procas entre hombres y mujeres, relacio nes económicas y sociales justas, e incluso la búsqueda de soluciones pací ficas de los conflictos internacionales. Una fe que tenga en cuenta la vertiente ecológica, por ello, también ha de tener presente el intento por mostrarse también como algo que promueve la justicia interhumana. El Papa lo volví a a resaltar a partir del concepto de bien común: “El bien común presupone el respeto a la persona humana en cuanto tal, con derechos básicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral. Tam bién reclama el bienestar social y el desarrollo de los diversos grupos inter medios, aplicando el principio de la subsidiariedad. Entre ellos destaca espe cialmente la familia, como la célula básica de la sociedad. Finalmente, el bien común requiere la paz social, es decir, la estabilidad y seguridad de un cierto orden, que no se produce sin una atención particular a la justicia distributiva, cuya violación siempre genera violencia. Toda la sociedad —y en ella, de manera especial el Estado— tiene la obligación de defender y promover el bien común” (LS 157). Por lo mismo, e concepto “imago Dei” no puede ser utilizado para opo ner al hombre a las otras criaturas, menos aún para insinuar que el hombre goza de unos derechos absolutos o ilimitados sobre las otras especies. Si la
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