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814 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ El amor de Francisco es robusto; edifica sobre las rocas del Señor esa roca, que la tempestad no puede dispersar. — La madre tierra Loado seas, mi Señor, por nuestra la hermana madre Tierra, la cual nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos con coloradasflores y hierba. Para Francisco la tierra es nuestra madre, un sentimiento común con mu chos pueblos. De ella nuestro cuerpo toma la sustancia y los elementos de los que está compuesto, es de ella de quien toma el alimento para crecer y vivir. La tierra constituye el elemento de la creación, junto con todos los cielos y el resto del universo: “En el principio creó Dios los cielos y la tie rra” (Gn 1,1). Podrí a verse una desproporción entre la inmensidad del cielo y la peque ñez de la tierra... Pero, la sabidurí a del Creador nos ha revelado estos dos términos: cielo y tierra. Esto significa que el valor de las cosas no depende de su número o tama ño, sino que hay un valor cualitativo que hace que una criatura sea superior a otra, independientemente de su tamaño. La tierra es una pequeña joya preciosa que por sí sola es equivalente al resto del firmamento. Pero en la tierra hay un misterio que no puede habitar en el sol ni en las estrellas más brillantes. En la tierra está la vida. Para que un grano de trigo nazca y se desarrolle son necesarias muchas condiciones; lo que hace que se convierta en un milagro de profunda sabi durí a. — El perdón, el dolor y el sufrimiento Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor, y sostienen enfermedady fribulación. Bienaventurados aquellos que las sostendrán en paz, Porque por ti, Altí simo, serán coronados. Francisco retorna ahora los temas que afloran, como nucleares, a lo largo de su vida: la humildad y el perdón ocupan un papel principal. Ahora se trata de contenidos referidos al hombre; relativos a sus acciones y actitudes. El Cántico, hasta ahora, se habí a centrado en los seres materiales no racio nales puestos a disposición del hombre por la mano de Dios, y es este hom bre, el que se sirve de ellos, los interpreta y a través de ellos se vuelve más humano o inhumano. Para Francisco, como ya hemos señalado, el hombre fue creado para alabar al Señor, pero ese hombre —que refiere a la realidad de todo ser humano— tiene más imperfecciones que bondades, por lo que
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