BCCCAP00000000000000000001769

EL CÁNTICO DEL HERMANO SOL. UNA ESPJRJTUALII)AD QUE QUIERE ALCANZAR A DIOS 813 de es el hombre se vuelve más útil, porque es más dúctil. No se puede olvi dar que, en nuestras sociedades, el deseo de aparecer suele ir frecuentemen te acompañado de actuaciones desacertadas. — Elfuego Loado seas, mi Señor, por el hermano Fuego por el cual iluminas la noche, y él es bello yjocundo y robusto yfuerte. El fuego es hermoso y bello como las estrellas, pues tienen idéntica na turaleza. Francisco tiene presentes tres caracterí sticas suyas: el calor, la luz y el movimiento. La llama es ágil, siempre variada, se eleva hacia el cielo con í mpetu, pero también con cierta humildad, que lo hace oscilar, temblar. No es algo artificial, es como si estuviera vivo... A medida que se eleva, arrastra consigo las partí culas de la tierra y ese soplo de viento, que le nutre y levanta, a un mismo tiempo, pone en peligro su existencia. Al mismo tiempo, el fuego cambia de forma y de color, de vivacidad y de frescura; de aspecto, pero en todos esos cambios la intención es la misma. El, fuego es indicio de alegrí a y busca consumirse a sí mismo para poder darse sin pedir nada y sin recibir nada. El fuego consume y transforma en llama lo malo. El fuego es juguetón porque tiene su propio parpadeo, su propia música y su propio poder para transformar el gris y el negro de las cosas, en algo brillante, que habla de vida. Es robusto porque tiene seguri dad propia. Esto lo vemos en un gran incendio que se eleva y que tiene su propio impulso explosivo no fácil de detener; es capaz de cautivamos, de subyugar nuestra mirada... así , por su naturaleza, vence la oscuridad, disper sa la niebla, ilumina el camino y calienta nuestros cuerpos frí os. Pero para Francisco el fuego no es, como lo era para diversos grupos heterodoxos, un argumento contra la creación divina del mundo, entendiendo que era una fuerza destructora de la naturaleza como algo malo43. Su alegrí a es, a la vez, vivacidad y esta significa plena posesión de la vida. Con el fuego, el hombre permite que los frutos se conviertan en ali mento. Con el fuego, el hombre toma energí a para proseguir su camino. El fuego es fuerte porque lo consume todo antes de apagarse, porque in cluso cuando parece que está asfixiado, el más leve soplo de libertad es sufi ciente para que se recupere de las cenizas. El fuego, en gran medida, identffica la experiencia personal de Francis co: muestra su alegrí a. Francisco ha elegido el fuego del Amor de Dios, que hace felices todas las cosas. La llama transforma el sufrimiento en alegrí a, y las heridas de sus manos y pies se han convertido en una fuente de consuelo. 43. R.Manselli, San Francesco d’Assisi, 401.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz