BCCCAP00000000000000000001769

812 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ A esa riqueza incomprensible de Dios, confia Francisco su pobreza, sus propios lí mites y pecados, dejándose fascinar por ella. Esto le hace singular, paradigmático, santo... y, la santidad, como la naturaleza, está permanente mente remitiendo a lo auténtico. No se puede olvidar que, en este sentido, la vida de los santos es una alabanza de la obra de Dios. De esta manera, el gran deseo es que los hombres seamos capaces de leer el libro que está escrito en el firmamento; que implica superar el paso entre el “nublado y el sereno”, vivir en la coherencia de la vida, asumiendo cada momento, las dificultades y las alegrí as que nos vienen. — El agua Loado seas, mi SeI~or por la hermana Agua, la cual es muy útil y humildeypreciosa y casta. La interpretación causal explica el porquéde la alabanza: alabado sea el Señor por la luna y las estrellas, ya que son luminosas y preciosas; a causa de las variaciones atmosféricas, a través de las cuales el Señor da sustento a sus criaturas; por el agua, como útil, humilde, preciosa y casta. Y así sigue la su cesión. En el caso singular del agua, sus propiedades y caracterí sticas hablan de ella como una criatura de la Providencia en la vida del mundo. Sin agua no habrí a vida. No solo en el sentido de que no serí a posible sobrevivir, sino tam bién porque la estructura misma de las células vivas serí a imposible. El agua, al mismo tiempo, crea la armoní a de los mares y el aire. El calor del sol hace que cambie de estado...; se escapa, por así decirlo, de la super ficie de los océanos y desaparece en la atmósfera, y luego se condensa en pequeñas gotas, que permanecen suspendidas en las nubes, que el Cántico recordaba en el verso anterior. Donde falta el agua está la muerte; donde llega el agua, el desierto se convierte en oasis, el suelo árido se cubre de fiesta... Es útil, pero humilde. Y, al mismo tiempo, como poní a de relieve Vauchez, “Francisco veí a en el agua el sí mbolo de la penitencia que lava el alma del pecado”42, abriendo también el discurso a una comprensión superior, mostrando la necesidad que el hombre tiene de encontrarse con Dios, en un proceso de permanente crecimiento y purificación. El hombre se corrompe, pero el agua limpia no se corrompe. A esto, hay que unir el hecho de que es preciosa y casta... Todos los bie nes de la tierra se pueden convertir en abundantes como el agua, silos hom bres buscan —por encima de todo— el Reino de Dios y su justicia. El hombre ha de liberarse de su propio protagonismo, para ser una me diación útil en la obra de la construcción del Reino. Así , cuanto más humil 42. A.Vauchez, Francesco d’Assisi, 295.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz