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38 M iguel A nxo P ena G onzález En la misma línea se encontraría también el tercero de los opúsculos De correctione kalendarii , que entronca perfectamente con su sensibilidad cien- tífica y con el humanismo del momento, pero que está refiriendo también a la necesidad de corregir el calendario, para que las fiestas religiosas concuerden adecuadamente con el año litúrgico. El origen se encuentra en un escrito que había enviado al Papa, bajo el título De vera Luna paschali et de correctione Kalendarii scripserat. Ciruelus de hoc argumento ad Leonem X Concilium La- teranense, celebratur 1515, atque hic . De dicho texto nos da cuenta Gregorio Mayans en su Specimen , donde nos indica que luego redujo lo que había es- crito a un epitome, que sería lo que aparece en la edición de Alcalá de 1528. 118 Precisamente el arreglo definitivo del calendario a la corrección gregoria- na, que será unos cincuenta años más tarde, llegará a la misma conclusión que ya había planteado el Maestro Ciruelo. Una preocupación en clara sintonía con la sensibilidad de los grandes humanistas cristianos. Así, mientras critica a Giovanni Pico della Mirandola, por su proximidad a la cábala judía, aquí estaría mucho más próximo al humanismo italiano en ese afán por alcanzar la adecuada transmisión del mensaje. 4.3. Aportación filológico-bíblica El contacto con el texto latino de la Escritura lo hace conocedor de los lími- tes de las traducciones y manuscritos, lo que le lleva también a embarcarse en la causa bíblico-filológica. Como en tantas otras figuras de su época, la proce- dencia desde el mundo converso le ubicaba en una situación de mayor sensibi- lidad respecto a la Sagrada Escritura que, en su caso, se ve interpelada por los reclamos de muchos rabinos, que acusaban a la Iglesia de haber corrompido la Sagrada Escritura. Por lo mismo, al tiempo que se acerca al conocimiento del texto del original, pretende también mantener una actitud defensiva de la tarea del teólogo, aunque no tanto de la escolástica fría y decadente. Esto permitía, además, que las controversias teológicas estuvieran basadas no a partir del recurso a los argumentos escolásticos, sino recurriendo directamente a los tex- tos revelados, donde la purificación del texto, acompañada de una adecuada comprensión histórica y un conocimiento gramatical ofrecía las herramientas oportunas. A este respecto, Melquíades Andrés explicaba cómo “cuando los teólogos se pusieron a la par de los humanistas en el campo lingüístico, pu- dieron hacer con normalidad exégesis literal sin abandonar los sentidos moral y alegórico”. 119 118 Mayans i Siscar, Specimen , 53. 119 Andrés Martín, La teología española… , t. II, 73.
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