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35 P edro S ánchez C iruelo (1470-1548) teólogo y humanista del siglo XVI la predicación (dispensatione sacrorum eloquiorum). 101 Después de enmarcar el fundamento se detiene en la predicación, pues los otros ya los ha estudiado previamente. Deja constancia de que toma elementos e ideas de otros; aquello que le re- sulta de utilidad para el ministerio de la predicación, añadiendo también cosas de su cosecha. No lo presenta como una obra cerrada, sino como un opúsculo en que se ofrecen unas herramientas que están abiertas a ser completadas y mejoradas. El opúsculo lo divide en diez capítulos, que organiza en torno a cuatro partes. Comienza, en primer lugar, por la temática de los sermones, para luego presentar cómo ha de ser la división de los mismos. En un tercer momento estudia cuál es el material más adecuado a utilizar en su elaboración. Explica, además, que estas tres partes se refieren propiamente a los sermones relativos a los santos, a algunas cuestiones particulares y a los de difuntos. Por último, en la cuarta parte, se aproxima a los sermones de adviento y de cuaresma, pues no tiene duda que tienen un carácter diverso del resto, lo que concuerda perfectamente con una sensibilidad atenta a lograr la elevación de la vivencia religiosa de los fieles. Entrando en la primera parte se detiene en el concepto de predicación, ha- ciendo notar que solo se referirá a las cuestiones teológicas, pues tiene cono- cimiento de que el concepto es mucho más amplio. En este sentido, entiende que se refiere a la exposición de las Sagradas Escrituras, la predicación como interpretación pública de la Palabra de Dios, o la instrucción que el ministro hace al pueblo fiel sobre las verdades de la fe. 102 Incide en que se trata de algo que ha de ser hecho con caridad y ciencia, de tal suerte que llegue no solo a los fieles, sino también a aquellos que no creen, pero que podrían llegar a bautizarse. Entra luego en la división de los elementos y las partes, mostrándose bas- tante dependiente de formas anteriores, 103 aunque es capaz de apuntar –sin ambages– que no es lícito que el predicador tome el tema del sermón fuera de la Escritura, a no ser en situaciones muy particulares. Este detalle muestra 101 Pedro Sánchez Ciruelo, “Brevis Editio de Arte Predicandi”, ed. por Pedro M. Cátedra, en Artes de poesía y de prosa (Entre el cortesano y el predicador siglos XV y XVI) , ed. por Juan Miguel Valero Moreno (Salamanca: Semyr, 1998): 55. 102 “qua Dei minister ecclesiasticus fideles instruit de credendis, de agendis, de cavendis, de prose- quendis, de timendis, et de sperandis bonis aut malis”. Sánchez Ciruelo, “Brevis Editio de Arte Pre- dicandi”, 57. 103 El detalle queda particularmente de manifiesto al citar a san Vicente Ferrer, modelo de un gran predicador del bajo Medioevo. Y, posteriormente a otros que, en ese momento tendrán una gran trascendencia como el Flos sanctorum . Así lo expresa más adelante: “Preter hos sunt multi alii modi proponendi vel introducendi themata diversa, ut videre licet in sermonibus Jacobi de Voragine ja- nuensis et sancti Vincentii valentini, qui fuerunt omnium aliorum predicatorum artificiosissimi pari- ter et sapientissimi”. Sánchez Ciruelo, “Brevis Editio de Arte Predicandi”, 68.
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