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24 M iguel A nxo P ena G onzález Si para Cisneros la gran preocupación era la renovación del clero; algo que, en gran medida requería de un cambio interior, Ciruelo encajará perfec- tamente en ese proyecto, pues coincidía con su sensibilidad y con el hecho de ser considerado por sus coetáneos como un padre espiritual para todos, 57 lo que tiene relación con la tolerancia intelectual que caracterizaba al estudio complutense. 58 No es extraño, por lo mismo, que la gramática destaque en él como una herramienta que ha de ser asimilada adecuadamente, haciendo que el estudio de las tres vías, las lenguas clásicas y el estudio y depuración del texto de la Sagrada Escritura, se unan a la retórica, que resultará siempre un elemento irrenunciable. Y, además, que todo ello pudiera tener una aplicación práctica capaz de llegar a todo el pueblo y no quedarse, exclusivamente, en el mundo intelectual o académico. Este marco humanístico pone de manifiesto que, en su pensamiento, no es oportuno hacer una separación entre lo bíblico, lo teológico y lo pasto- ral, puesto que los campos discurren conjuntamente, algo que recuerda a las grandes figuras de la Patrística. Esto no obsta para que su discurso esté mar- cado por una racionalidad de corte eminentemente aristotélico, tal y como se refleja en sus trabajos, pero también en el desempeño del ejercicio docente. Al mismo tiempo, Ciruelo conecta con la sensibilidad espiritual más vívida de su tiempo, la que representa el benedictino, García Jiménez de Cisne- ros que, en 1500, había publicado su Directorium horarum communicarum. Exercitatorium spiritualem , promoviendo y buscando una experiencia y ar- dor interior. El 17 de enero de 1517 pronuncia, en Alcalá, la oración fúnebre por la muerte del cardenal Cisneros, lo que da cuenta del prestigio de que gozaba en aquella Academia, así como de la vinculación personal que tenía con el prela- do. 59 De manera paralela sucederá también a la muerte de Antonio de Nebrija y, previamente, con Fernando el Católico, 60 siempre representando al Colegio de san Ildefonso. Pero, aún más allá de esas vinculaciones personales y afec- tivas, en el mismo hecho de pronunciar la oratoria sagrada, se deja entrever su especial preocupación por la predicación. Su honda sensibilidad retórica, que nadie considerará como una característica del medioevo tardío. Este tema, no se puede olvidar, iba vinculado al ministerio presbiteral, por lo que estará presente a lo largo de toda su vida. 57 Gómez García, “Los caminos del Humanismo en la Universidad de Alcalá”, 126. 58 A este respecto, Asensio consideraba que el nominalismo complutense encerraba las semillas de una libre investigación científica. Asensio, El erasmismo , 102. 59 Pedro Sánchez Ciruelo, De laudibus Cardinalis Ximenez de Cisneros… Oratio habita in Acade- mia Complutensi obitu memorati Cardinalis anno 1517 (Alcalá: s.n., 1517). 60 Gómez de Castro, De las hazañas de Francisco Jiménez de Cisneros , 220.

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