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23 P edro S ánchez C iruelo (1470-1548) teólogo y humanista del siglo XVI no ofrece duda y que caracteriza de manera propia y singular su aportación teológica. Lo sorprendente es que en el caso del dominico esto se considere como una gran novedad, pero en el caso del darocense sea un signo de estilo ya pasado…No hay duda que los temas morales y jurídicos eran los de mayor ac- tualidad en ese momento histórico, pero eso no sucedía solo en el Alma Máter salmantina, sino también en el estudio complutense, sin olvidar que –en este momento– ambas instituciones compiten por la hegemonía de las mismas en el ámbito nacional. 53 No se puede olvidar que “el tomismo, lejos de ser exclusivo de los dominicos, era el medio y lenguaje común en el que se entendían y dia- logaban autores muy diversos; que poco a poco, se configurará como la forma y filosofía de la Iglesia, y así quedará sancionado en el Concilio de Trento”. 54 Por este motivo cabría preguntarse qué importancia tendría hoy –exclusiva- mente desde el campo teológico– si Ciruelo hubiera pertenecido a una de las grandes Órdenes religiosas que, en ese momento, controlaban el campo inte- lectual y académico hispánico 55 . No hay duda de que hubiera contado con un fuerte apoyo institucional, así como una defensa férrea de su pensamiento, tal y como se puede ver en relación a otros autores de dichas instituciones. Estamos pensando en autores contemporáneos como es el caso de Diego de Deza. Por otra parte, con las intuiciones propias de cada autor, así como las preocupacio- nes más hondas de ambos que son manifiestamente diversas, la producción de Ciruelo se orienta más hacia lo moral, filológico y ministerial, mientras que Vitoria lo hará hacia lo jurídico-moral. 56 No parece que la primera opción sea de menor innovación que la segunda, aunque esta línea y preocupación –espe- cialmente en lo relativo a la filológico y matemático– tenga menos apoyo en las decisiones conciliares. Casi nos atreveríamos a afirmar que, dejando al margen los contenidos y fijándonos en lo formal, Ciruelo tiene un perfil más amplio, siendo por ello considerado como un hombre de saber enciclopédico. (Salamanca: Biblioteca de Teólogos Españoles, 1932), vii . 53 En relación a esta cuestión, Miguel Anxo Pena González, La Escuela de Salamanca. De la Mo- narquía hispánica al Orbe católico (Madrid: BAC, 2009), 8-24. 54 Pena González, La Escuela de Salamanca , 19. 55 No hay duda de que hubiera contado con un fuerte apoyo institucional, así como una defensa férrea de su pensamiento, tal y como se puede ver en relación a otros autores de dichas instituciones. Estamos pensando en autores contemporáneos como es el caso de Diego de Deza. 56 Beltrán de Heredia nos da, además, la siguiente información: “Vitoria, como todos los exposito- res de santo Tomás que vinieron a partir de los primeros decenios del siglo XVI, encontró un gran auxiliar en Cayetano, el comentarista más autorizado de la Suma Teológica. Pero la erudición del profesor salmantino superaba con mucho a la del italiano en conocimientos clásicos, patrísticos y aun de autores escolásticos. Cayetano se ciñe demasiado a Aristóteles y Santo Tomás, mientras que nuestro teólogo con visión más amplia va revisando, no solo la obra de estos dos genios, sino también las corrientes y producciones que en torno a ellos fueron apareciendo desde el siglo XIII al XVI”. Vicente Beltrán de Heredia, “Introducción”, xi - xii .
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