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- 74 - de Yuste, en cambio, donde se reflejan de manera más nítida las preocupacio- nes íntimas de Carlos V durante su retiro” 53 . Se trata de unos treinta títulos de materias diversas, con una presencia particular de libros de oración y devoción. Como es lógico, estos estarán fundamentalmente en latín, con alguna excepción. Se haría acompañar también de una Biblia, casi con seguridad en una traducción francesa, para la que gozaba de un permiso especial de la Inquisición. Están también presentes los libros de historia, de evocación de guerras pasadas… Igualmente, la astronomía o astrología, la ciencia y la geografía, están representadas por algún título. Se constata también alguna concesión a los libros de caballerías. Se trata de El caballero determinado , de Olivier de la Marche, que lo enlaza con su bisabuelo, Carlos el Temerario. No se trataría solo de una obra de caballería o un recordatorio de la muerte sino que el Caballero determinado parte de la consideración de la vida humana como milicia, como palenque en el que había que justar para lograr primero la fama y después la salvación. Era un tópico de la cultura aristocrática y caballeresca del Renacimiento. Un ars moriendi cuyo argumento gira en torno a los lances que sostienen Felipe el Bueno, Carlos el Temerario, María de Borgoña, Isabel la Católica, Felipe el Hermoso, Fernando el Católico y Maximiliano I, en la palestra de Átropos con sus caballeros Accidente y Debilidad, un combate abocado al fracaso, pero tras el cual se discurre la manera de afrontar la muerte sin temor, y trocarla en apoteosis de la vida. Esta visión caballeresca del César ante la muerte era consecuente con sus pro- pias raíces culturales y con su educación borgoñona, pero era, sobre todo, concor- dante con la temática del Theuerdank o del Weisskuning , de su abuelo 54 . Estos ejemplares dan cuenta de que no se trata de la biblioteca de un huma- nista, sino de un hombre de profundas convicciones religiosas, aferrado a valores caballerescos –ya en desuso– de los que, sin embargo, no le resulta fácil despren- derse, aunque a su alrededor todo le hable de un tiempo nuevo, que le resulta amenazante y enigmático. ¿Podemos afirmar que Carlos necesitaba vivir desde una experiencia más interior y que fuera más conciliadora? Es ahí donde parece que tendría sentido la referencia a una obra del género de caballería. Esta simbo- lizaría la lucha del caballero contra la muerte y la dignidad de afrontar esa última batalla con caballerosidad. Sorprende la presencia de tres versiones de La Consolación de la Filoso- fía , de Boecio, un manuscrito y dos libros impresos… Otra obra que habla de la 53  José Luis Gonzalo Sánchez-Molero, “La biblioteca postrimera de Carlos V en España: las lecturas del emperador”, Hispania 60 (2000) 930. 54  Luis Gonzalo Sánchez-Molero, “La biblioteca postrimera de Carlos V en España…”, 931. En relación al ritual funerario, véase Javier Varela, La muerte del rey. El ceremonial funerario de la monar- quía española 1300-1883 (Madrid: Turner, 1990) 36-37 .

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