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- 71 - tación que en Yuste hacía referencia a ese momento culminante y fatídico. Como pusiera de relieve Menéndez Pidal, no había podido elegir el lugar de su infancia, pero sí el de su retiro, que prepara con sus colaboradores más cercanos. El César vivirá con ansiedad sus horas finales, lo que explica la presencia en Yuste de las Dolorosas y el Ecce homo , así como los Cristos –la mayoría obras de Tiziano– que tenían un sabor erasmista de protección; pues era por los propios méritos de la crucifixión. Este ambiente, un tanto denso, obliga a preguntarse qué quedaba de la espiritualidad del Enchiridion y, posiblemente, si se había conver- tido en una realidad más interior, sin tanta expresión pública, o se había perdido esa sensibilidad... es cierto que, él había mostrado una especial inclinación hacia la música, que ahora aflora de manera expresiva. Siempre está presente una pregunta difícil de responder: porqué el monas- terio de Yuste. No hay duda que la relación entre los monarcas hispanos y los monjes jerónimos había sido muy estrecha. Desde su fundación la Orden gozará del favor real. Así dirá Sigüenza: “No hay cosa en la Orden de San Gerónimo que no sea de la casa Real” 48 . En varios monasterios los soberanos de Castilla habían levantado residencias para su uso: los Reyes Católicos en Guadalupe y, antes, Enrique IV en El Parral; igualmente hará Felipe II en El Escorial... Carlos había mostrado cierto interés por ellos. Además, en mayo de 1539, ante la muerte de su esposa, la emperatriz Isabel, se recluyó en el monasterio de Sisla, a escasa distancia de Toledo. Casi dos meses estuvo Carlos V allí, y debió guardar un buen recuerdo de la estancia entre los monjes. Por otra parte, en su vida, de manera progresiva, la idea del retiro se va construyendo como una opción válida. Las motivaciones profundas pudieron ser muchas y diversas. En ello influyó la impo- sibilidad de cumplir su proyecto, el intento de facilitar una sucesión, que se pre- sentaba muy complicada... Se constata una búsqueda interior, una nueva escala de valores, cuyo centro estaría en Dios. A sus persistentes ataques de gota vino a sumarse la diabetes, fomentada por los excesos en la comida y la bebida, en especial de cerveza. Carlos había cons- truido enYuste un criadero de peces en el que pronto se propagaron los mosquitos por lo que, en el verano de 1558, contrae el paludismo, que, sumado a sus otras dolencias, acaba con sus fuerzas. De esta manera, Carlos muere el 21 de septiem- bre 1558, después de recibir los sacramentos. No hay duda que el César Carlos será un soberano admirado por sus súb- ditos, especialmente por su valor y sinceridad, aunque también es cierto que las guerras que había mantenido y sus costes, habían generado un persistente 48 Tomado de: José Miguel Delgado Barrado, Carlos V y el fin de una época, 1500-1558 (Jaén: Universidad de Jaén, 2003) 171.
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